Casi cuatro millones de franceses salieron a la calle contra el terror. Una gigantesca marea humana de 3,7 millones de personas desfiló ayer por París y en el resto de Francia, en homenaje a las 17 víctimas asesinadas en una serie de atentados islamistas que dejaron en shock al país. Una movilización histórica, sin precedente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
«París es hoy la capital del mundo», dijo el presidente francés, François Hollande, poco antes del inicio.
Preparada en menos de 48 horas, la marcha republicana dio origen a imágenes inéditas de valor histórico y de una fuerza estremecedora: dirigentes de los grandes países europeos, autoridades israelíes y palestinas, el rey de Jordania, presidentes africanos y el ministro de Justicia de Estados Unidos -entre otros-, juntos en las calles de París, transformada, por un día, en el centro del mundo.
Una manifestación acorde con la conmoción mundial que provocó el atentado que dejó 12 muertos, el miércoles pasado, en la redacción de la revista satírica Charlie Hebdo.
Desbordado por la amplitud de la movilización en París, el Ministerio del Interior francés se había declarado «incapaz de calcular una cifra con precisión». Los medios, por su parte, estimaban que casi tres millones de personas desfilaban en ese momento por las calles de la capital.
Movilizaciones similares se produjeron en el resto del mundo; las más importantes, en Berlín, Bruselas y Viena. «Era necesaria una sublevación como la que vimos durante la jornada», afirmó el primer ministro francés, Manuel Valls, al llegar a la sinagoga parisiense de la Victoria.
Allí les rindió homenaje a las cuatro víctimas judías asesinadas anteayer en un supermercado kosher.
«Para que este día quede en la historia es necesario que prosigamos este trabajo de dignidad, esta capacidad de unirnos. Una sola jornada no alcanzará. Estoy orgulloso de los franceses, de lo que los franceses fueron capaces de decir hoy [por ayer] al mundo», concluyó Valls.
Separados del grueso de la manifestación por razones de seguridad, vestidos de negro y tomados del brazo, unos 50 jefes de Estado y de gobierno comenzaron a marchar poco después de las 15 (hora local) junto al presidente francés. En total, unos 130 países estuvieron representados.
En primera fila, junto al jefe del Estado francés, estaban el presidente de Mali, Ibrahim Boubacar; la canciller alemana, Angela Merkel; el premier de Italia, Matteo Renzi; el de Gran Bretaña, David Cameron; el de Israel, Benjamin Netanyahu, y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmoud Abbas. «Europa ganará el desafío contra el terrorismo. Europa es más fuerte que el miedo», afirmó Renzi.
Acompañada por un descomunal dispositivo de seguridad, la marcha de ayer en París contó con el despliegue de por los menos 5500 policías: 2200 agentes en el trayecto de la manifestación, unos 1400 militares, francotiradores apostados en los techos de numerosos edificios y 2000 policías más en el resto de la capital y zonas aledañas.
La participación de los líderes mundiales duró sólo unos centenares de metros. No sólo por razones de seguridad, sino para no monopolizar la atención de una manifestación que pertenecía a los ciudadanos y, sobre todo, a los sobrevivientes del semanario Charlie Hebdo y a los deudos de las víctimas fatales.
Precisamente con ellos permaneció Hollande durante unos minutos, después de la partida de sus invitados, a quienes despidió con verdaderas muestras de afecto. El presidente contuvo en sus brazos, abrazó e intentó encontrar palabras de consuelo para todos esos familiares y colegas, sobrecogidos por la emoción del momento y la muerte brutal de sus seres queridos.
La manifestación de ayer en París fue la más importante desde el fin de la Segunda Guerra Mundial: hubo más participantes que en las de 1968 en apoyo del general Charles de Gaulle o en 1984 a favor de la escuela libre. Ambas habían reunido cerca de un millón de personas.
Desde la mañana, el subte y los transportes públicos se vieron casi paralizados por la enorme afluencia de gente que intentaba llegar a la Plaza de la República, desde donde partió el cortejo. Las calles aledañas a la plaza estaban atestadas mucho antes de comenzar el desfile. La asistencia fue tan descomunal que la marcha recién pudo comenzar dos horas después de lo previsto. La movilización fue también excepcional en otras grandes ciudades. La policía estimó más de 300.000 personas en Lyon, 60.000 en Marsella, 50.000 en Nancy, Montpellier y Angers, 45.000 en Metz, 40.000 en Perpiñán y más de 20.000 en otras pequeñas urbes.
«Je suis Charlie» fue la consigna privilegiada por los manifestantes. No sólo en homenaje a las 12 víctimas de la revista Charlie Hebdo, sino, sobre todo, en defensa de la libertad de expresión. Pero las pancartas también rezaban «Je suis juif», y La Marsellesa fue retomada con brío en cada esquina por un pueblo que, en general, entona su himno nacional con mesura.
Los hermanos Said y Cherif Kouachi, autores de la matanza del miércoles en Charlie Hebdo, murieron el viernes pasado en un asalto de las fuerzas de seguridad en la localidad de Dammartin-en-Goële, al nordeste de París. Casi al mismo tiempo, Amedy Coulibaly, responsable del asesinato de una policía el jueves en París, murió en otro asalto de las fuerzas del orden en París, en un supermercado kosher donde tomó rehenes y asesinó a cuatro judíos.
En un video difundido ayer, un hombre que se parece a Coulibaly reivindicó el ataque del jueves y dijo pertenecer a la organización extremista Estado Islámico (EI).
Tras una reunión con sus homólogos europeos, el secretario de Justicia de Estados Unidos, Eric Holder, dijo que «no hay información creíble» de que Al-Qaeda esté involucrada en los ataques de esta semana en la capital francesa. Cherif Kouachi había reivindicado su pertenencia a Al-Qaeda en la Península Arábiga (AQPA).
Los dirigentes mundiales habían llegado por la mañana al Palacio del Elíseo. Resumiendo el sentimiento de la mayoría de los dirigentes presentes, Holder afirmó: «Hoy todos manifestamos nuestra solidaridad con el pueblo francés. Todos somos ciudadanos franceses. Yo soy ciudadano francés».
Fuente: La Nación
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