DANIEL DOMSCHEIT-BERG, EX SOCIO DE WIKILEAKS Y FUNDADOR DE OPENLEAKS.ORG. En el libro Dentro de Wikileaks el experto de seguridad informática cuenta la cocina de los tres años que pasó junto a Julian Assange divulgando los documentos secretos de todo el mundo. Explica por qué se fue del portal.
Daniel Domscheit-Berg, 35 años, alemán, experto en seguridad informática. Empezó a trabajar en Wikileaks con su fundador Julian Assange casi desde el inicio y fue el vocero de la organización entre fines del 2007 y principios del año pasado. Se alejó para fundar su propio sitio web, OpenLeaks.org. En un libro de reciente publicación Dentro de Wikileaks (Editorial Roca), Domscheit-Berg cuenta la cocina de los tres años que pasó junto a Assange divulgando miles de documentos secretos de todo el mundo.
En una entrevista por videoconferencia desde Barcelona con Página/12, el balance que hace de sus años en Wikileaks es agridulce. Por un lado dice que Assange es genial y carismático, por el otro dice que es un egomaníaco que se cree James Bond. Acusa a Assange de falta de transparencia, pero no por deshonesto, sino por no compartir información. Dice que es arbitrario, caprichoso, machista y que no le importa nada, pero le dedica todo su libro. Y dice que el dinero que recaude del libro será usado para costear un sitio basado en las ideas fundacionales de Wikileaks. Aunque Domscheit-Berg asegura que profundas diferencias éticas y filosóficas lo separan de su ex amigo, queda flotando una sensación de pelea de cartel.
–¿Cómo se puso en contacto con Wikileaks?
–A través de un amigo, escuché algo, fui al sitio web y leí acerca de su orientación y filosofía, me uní al chatroom, así de fácil era en esos días, y empecé a trabajar en el proyecto. Yo tenía experiencia en temas de seguridad, venía de trabajar para una importante empresa estadounidense en seguridad de redes.
–¿Qué le interesó de Wikileaks?
–Que tenía un montón de ángulos técnicos interesantes, soluciones interesantes, problemas solucionados a través de la técnica y también del contenido del sitio. Y siempre defendí la libertad de expresión en Internet, yo que provengo de la computación encontré una respuesta filosófica y tecnológica en los servicios que Wikileaks brindaba.
–¿Cómo era Wikileaks al principio?
–Eramos cinco o seis, cada cual trabajaba en su casa. No había financiamiento, no había jerarquías, no había organización. El proyecto lo hacíamos voluntarios de distintas partes del mundo unidos por una filosofía.
–¿Y cuál es esa filosofía?
–La idea de un mundo más accesible y transparente fue lo que atrajo a todos los que formamos parte del proyecto. La posibilidad de crear una herramienta global en tiempos en que las fronteras nacionales se diluyen. La globalización de las comunicaciones y la seguridad nos ha acercado mucho, 200 milisegundos separan a Barcelona del rincón más pobre del mundo. Wikileaks ofrece un potencial tremendo por la manera en que podría crear una comunidad utilizando esta herramienta de comunicación, en un tiempo en que los medios tradicionales retienen información por presión de las corporaciones.
–¿Qué fue lo que lo separó de Assange?
–Todos invertimos nuestro tiempo energía y dinero en el proyecto. Para diciembre del 2009 el sitio se había vuelto muy popular. Habíamos publicado los mensaje de texto (de autoridades estadounidenses) del 9-11. Dos meses antes habíamos publicado los documentos de la crisis bancaria en Islandia. Tuvieron mucha difusión y mucha gente se acercó al proyecto, pero no recibimos donaciones. Entonces decidimos cerrar el sitio el 23 de diciembre para convencer al público de que nos apoye y anunciamos que lo reabriríamos si recibíamos donaciones para armar el proyecto de manera apropiada. Inmediatamente recibimos muchas donaciones en el 2010, suficientes para mantener el proyecto en funcionamiento. Cuando tuvimos el video del helicóptero Apache (que muestra a soldados estadounidenses disparando sobre civiles, entre ellos un camarógrafo de Reuters), Julian quiso venderlo por un millón de dólares. Fue la primera disputa que tuvimos. Julian quería ir a toda máquina y llenarse de dinero como una estrella de pop, y nosotros queríamos ir más despacio y construir el proyecto paso a paso, sobre suelo sólido. Ahí empezaron las diferencias. En el verano del 2010 la cosa se puso peor cada día que pasaba. Nos llamó miserables, desagradecidos e idiotas de chatroom. Decidió que él era el fundador, filósofo, programador y financista de Wikileaks. Dijo que no podíamos criticarlo, que él era el líder y no podíamos desafiar su liderazgo. Sentí que era imposible seguir trabajando con él.
–¿Qué otras peleas tuvieron?
–Te doy dos ejemplos. En el verano del 2010 publicamos los cables de la guerra de Afganistán. El se tomo un avión (a Londres) y negoció con The Guardian, el New York Times y Der Spiegel que tacharía los nombres de informantes en situación de vulnerabilidad. A nosotros no nos dijo nada hasta un día antes de la publicación, se había comprometido a tachar los nombres pero se había pasado el tiempo dando entrevistas y llevando la vida de una estrella de rock. Cuando le preguntamos nunca contestó. El día anterior a la publicación reapareció en el Chat y nos dijo: «Ah, sí, hay que editar 90 mil documentos y lo tenemos que hacer esta noche». Después retuvo catorce mil documentos a pedido de The New York Times, para proteger a los informantes, pero nos dijo que él mismo había elegido los documentos. Se la pasaba mintiendo. Te doy otro ejemplo. En el 2009 conseguimos la información de más de cinco mil tarjetas de crédito con nombre, número y código de seguridad, todo lo necesario para usarlas. Tardamos dos semanas en convencer a Julian de no publicarlas, porque a él no le importaba lastimar a la gente. Quería transparencia total, revelaciones absolutas, sin tener en cuenta las consecuencias.
–¿Y cuál es el criterio de Wikileaks para publicar información?
–El criterio de Julian es «información de potencial relevancia ética, histórica o política». El problema es que los errores ocurren cuando la persona responsable no escucha, no permite que lo critiquen, no rinde cuentas, y se maneja de manera autónoma con los medios. La frase preferida de Julian es «no necesitás saber eso».
–¿Cómo se produjo su ida de Wikileaks?
–El desencadenante fue la acusación judicial en Suecia en contra de Julian (por asalto sexual). Todos pensamos que debió reaccionar de manera distinta a la acusación. Pero abusó de su poder como líder del proyecto Wikileaks al involucrar a la organización. Publicó un comunicado en nombre de la organización diciendo que tenía razones para pensar que la CIA estaba detrás de todo. Nosotros le habíamos aconsejado que tomara una licencia para defenderse y después volver a Wikileaks para no comprometer a la organización, porque a decir verdad las acusaciones no nos sorprendieron.
–¿Qué quiere decir con eso?
–Bueno, tengo que ser cuidadoso, ya que estoy patinando sobre hielo muy fino, no puedo decir mucho. Digamos que Julian es muy arrogante y chauvinista y tiene un concepto muy anticuado de cómo deben ser las relaciones entre el hombre y la mujer. Al mismo tiempo es muy brillante y encantador, y esa es una combinación peligrosa.
–¿Y qué opina de la campaña de persecución en contra de Wikileaks que revelaron los documentos publicados por Annonymous?
–Yo no creo que lo persiga la CIA ni nadie. Conozco instancias en que Julian dijo haber sido perseguido y vigilado y era todo mentira. A él le gusta la imagen de James Bond, le gusta la imagen de espía. Los documentos de Annonymous muestran que en diciembre del 2010 un banco estadounidense, el Bank of America, contrató a una consultora de seguridad para evaluar el riesgo, porque Julian había dicho públicamente que tenía documentos sobre un «banco americano». Es cierto, teníamos un disco duro que un empleado había sustraído del banco, pero no había nada interesante, Quizás hay un archivo interesante, pero yo no lo vi y dudo de que Julian lo haya encontrado. Pero eso no le impidió salir al mundo a decir que le iba a causar un gran problema al banco porque se lo merecía. Eso es amenazar. Si tenés algo publicalo, si no callate la boca, en vez de andar amenazando con publicaciones que pueden no existir.
–Por ahí todavía no necesitó divulgar los documentos del banco porque todavía están circulando los documentos diplomáticos en los distintos diarios del mundo.
–La idea original no era distribuir sólo a través de los diarios, o a través de la BBC. En Rusia hay gente designada por Assange que vende Wikileaks. Esto también necesita aclararse.
–Bueno, es que sin los diarios no hay difusión. Ese es un problema que va a tener OpenLeaks si sólo publica en su sitio web.
–Es que no necesitamos mucha publicidad. Hay cierta confusión acerca de lo que hace OpenLeaks. Nosotros no publicamos documentos. No buscamos ser muy populares, sino desarrollar herramientas útiles para acceder a una red de informantes. Nosotros proveemos nuestra tecnología a organizaciones como Greenpeace para que pueda recibir documentación a través de una interfase segura. Actualmente estamos en una etapa experimental, trabajando con tres ONG y tres diarios para desarrollar y perfeccionar el modelo.
–¿Con quiénes?
–En este momento no le puedo decir. Cuando el programa esté listo, seguramente ellos querrán hacer el anuncio.
–No entiendo bien. Si alguien le quiere mandar un documento a Greenpeace o a un diario, por ejemplo, ¿para qué los necesita a ustedes?
–Es posible que no confíen en ese diario. Antes podían mandar la información por correo en un sobre Manila, pero no sabían si el remitente sería rastreado, nosotros la garantizamos que permanecerán anónimos. Internet implica un cambio cultural y nosotros podemos ser los sobres Manila de la era digital. Si nuestros servicios son necesarios, allí estaremos, si no, hay muchas soluciones posibles para distintos problemas.
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