PROPUESTA DE PRESTAMOS DE LA BANCA INTERNACIONAL A LA ARGENTINA A NO MAS DEL OCHO POR CIENTO. Todavía no pasaron diez años del default y al país ya lo invitan a volver al mercado internacional a una tasa sin precedentes en décadas. Economía rechaza el convite. No habrá emisión de bonos hasta cerrar el acuerdo con el Club de París.
Inversores institucionales vuelven a golpear las puertas de los despachos del Ministerio de Economía. Lejos de la foto que se viera en 2001 con el default que anunció el entonces presidente Adolfo Rodríguez Saá, los pedidos de audiencia de estos grandes inversores son ahora para que el país vuelva a emitir deuda. La mejora en el perfil de los títulos públicos –con un rendimiento en torno del 8,5 por ciento– impulsa a grandes bancos y fondos de inversión a insistir en esa idea, ofreciendo condiciones favorables y mercados seguros para que la Argentina coloque deuda. Según reconocieron a este diario desde el Palacio de Hacienda, las reuniones son constantes y la respuesta es siempre la misma: «Si quieren bonos, que vayan al mercado secundario». La baja en las tasas continuará en la medida en que cierre el capítulo del default con un acuerdo con el Club de París.
En la segunda etapa del canje, que tuvo lugar el año pasado, se planteó el objetivo de reducir el costo de endeudamiento a tasas de un dígito. De hecho, previo a esa operación, dos bancos de inversión habían tentado al Gobierno para colocar –con su mediación– deuda en el mercado internacional. El ministro de Economía, Amado Boudou, rechazó la propuesta asegurando que el país no pagaría tasas de dos dígitos. En la reestructuración de 2010 se había pactado una emisión corta, por mil millones de dólares, de Globales con vencimiento en 2017 (Global 17), cuya tasa tampoco fue convalidada por el Gobierno. Al momento de la operación se emitió esta serie a una tasa del 12,5 por ciento. Actualmente, rinden ocho por ciento.
A los valores actuales del Global 17, tomado como referencia para futuras emisiones, los grandes inversores volvieron a la carga para que el Gobierno amplíe las series existentes o emita nuevos instrumentos. Representantes de bancos extranjeros y fondos de inversión mantuvieron en las últimas semanas reuniones con el secretario de Finanzas, Hernán Lorenzino, para acercarle sus propuestas. La apuesta de Economía es que los fondos ávidos por deuda local vayan al mercado secundario a adquirir los papeles, haciendo retroceder todavía más su rendimiento, que fluctúan inversamente a sus precios. Los fondos aseguran que no existe una oferta acorde con la demanda.
La segunda apuesta de Economía es a un pronto arreglo con los acreedores del Club de París, lo que permitiría un recorte adicional de la tasa. Las negociaciones se mantienen algo estancadas en el ida y vuelta con los representantes de los países que integran ese grupo. Todavía no hubo ninguna oferta formal que haya partido desde Economía, aunque insisten en que se mantienen los habituales canales de diálogo. Luego de que acordara el monto que, sostienen en el entorno de Boudou, estará en el orden de los nueve mil millones de dólares, la discusión se centra en los plazos.
En Economía reconocen que la negociación de los plazos de repago con el Club trasciende el tema financiero, dado que tiene implicancias políticas y diplomáticas. «A países como Alemania, recibir menos de tres mil millones de dólares, ya sea en uno, dos y cinco años no le mueve la aguja», señalan. La preocupación de este tipo de países es, en cambio, generar un mal precedente para futuras negociaciones. Por ello se muestran tan duros con la Argentina.
Una opción que fue estudiada, pero que no llegó a elevarse al Club, fue la de pagos incrementables, con algún tipo de vinculación con el crecimiento de la economía. Se trataría de un mecanismo similar al utilizado en la reestructuración de la deuda a partir de ofrecerse como incentivo cupones de PIB. Si bien estos papeles se convirtieron en un excelente negocio para sus tenedores, tienen ciertas limitaciones para su uso en una negociación entre países. Los cupones están atados a un indicador que mide el Indec, organismo cuyas estadísticas están cuestionadas. Si los países que integran el Club aceptaran estos papeles como incentivo, estarían además convalidando esas estadísticas. Es por eso que estiman en Hacienda que ofrecerlos no logrará despejar el camino de la negociación. El diálogo se mantiene abierto, entre ofertas y contraofertas informales, y todo pareciera indicar que llevará algunos meses más el cierre de un acuerdo.
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