«La nueva soberanía sudamericana». Rafael Follonier explicó la nueva hipótesis de conflicto citando a Kirchner y a la batalla de Ayacucho. Julia Perié advirtió contra una «intromisión externa» en la zona.
Primero citó una frase de Néstor Kirchner: «A la Unasur le falta la batalla de Ayacucho». Y explicó así la victoria decisiva sobre los españoles el 9 de diciembre de 1824: «Era un verdadero ejército sudamericano». Rafael Follonier, coordinador de la Unidad Presidenta y ex asesor a Kirchner en la Unasur, dijo que «hoy las Fuerzas Armadas tienen la misión de custodiar la nueva forma de soberanía sudamericana basada en la democracia, la paz y el cuidado de los recursos propios».
Follonier fue uno de los encargados de cerrar el Primer Foro de Legisladores de la Triple Frontera, que abrió en Puerto Iguazú la organizadora, la diputada nacional por Misiones Julia Perié, con una advertencia: «Tenemos el derecho de sospechar que estamos frente a la construcción previa necesaria para la legitimación social de la intromisión de actores externos bajo el absurdo pretexto de que la Triple Frontera es, hoy, un antro de maquinación de infinidad de crímenes, de los cuales los actores de los Estados implicados no quieren o no supieron ocuparse».
La Triple Frontera es una categoría convencional que alude al punto de contacto entre la Argentina, Paraguay y Brasil, en la zona de Iguazú, donde en realidad se conecta físicamente la convivencia de 450 mil personas. Cuando habló de recursos, Follonier mencionó el Acuífero Guaraní, una de las reservas de agua dulce más importantes del mundo ubicada, justamente, debajo de la superficie de los miembros del Mercosur y motivo de un compromiso de estudio por parte de los cuatro Estados firmado en 2010.
«No somos un club de amigos ideológicos», dijo Follonier, que suele ser mencionado entre otros funcionarios del Gobierno como uno de los candidatos a parlamentarios del Mercosur si se aprueba el método de elección popular. Y agregó: «Queremos ser una unión de naciones, como lo entendieron los pueblos y, sobre todo, los jóvenes, quizá porque la perspectiva sudamericana les agrega un sueño mayor. Hoy estamos hablando de democracia, no de guerra. Pero en Ayacucho también los jóvenes fueron protagonistas. Antonio José de Sucre tenía 23 años según algunos, o 25 según otros. Para el comienzo del combate le delegó el mando a José María de Córdoba, 25 años, que se bajó del caballo, sacó su espada y pidió fuego a discreción y a paso de vencedores. Hoy sería democracia a discreción y a paso de vencedores».
En la apertura del Foro, del que también participaron el secretario del Mercosur Agustín Colombo y el subsecretario de la Cancillería José Vitar, Perié pidió «políticas públicas coordinadas».
Diego Segovia, docente universitario y asesor del senador Nicolás Fernández, dijo que exacerbar la idea de la amenaza terrorista «es una excusa para intervenir en una zona clave de acceso al Acuífero Guaraní».
Alberto Cimadamore, investigador del Conicet, recordó que la región cuenta con «un tercio de la tierra arable y un cuarto del agua superficial del mundo». Añadió que eso en sí mismo no significa nada, «porque es conocida la paradoja de que los países más ricos en recursos suelen terminar siendo los países más pobres». Sin embargo, dijo que la integración «permite empezar a pensar la problemática de los recursos naturales desde otro enfoque, y teniendo en cuenta un dato: para que China, India y los países subdesarrollados alcancen el consumo medio actual de los desarrollados necesitaremos los recursos naturales de cinco planetas».
María Elena Chieno, diputada nacional y correntina de Monte Caseros, le puso un toque bien terrenal al encuentro de parlamentarios: «Mi ciudad es conocida porque una vez allí se levantó Aldo Rico, pero no porque es otra triple frontera, entre la Argentina, Uruguay y Brasil. Soy médica. Cuando me llevaban del otro lado de Monte Caseros, a Bella Unión, en Uruguay, a practicar una cesárea de urgencia, nunca me hice un planteo legal. Tenía que ayudar al parto. Pero estaba haciendo ejercicio ilegal de la medicina. Eso era lo típico de la frontera-objeto, la de la seguridad y el documento por encima de todo. Me parece que ahora tenemos que consolidar la frontera-sujeto, donde los habitantes sean sujetos de Derecho y no objeto de obstáculos».
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