50 años después de conseguir viajar al espacio, los rusos siguen recordando a Yuri Gagarin como un héroe que cambió la historia de la investigación espacial. Todo ocurrió el 12 de abril de 1961. Gagarin viajó al espacio a bordo de la nave Vostok 1, desde el cosmódromo de Baikonur (en el actual Kazajistán). La pequeña cápsula esférica en la que viajaba medía poco más de dos metros de diámetro y entró en órbita alrededor del planeta a una velocidad de 28.000 kilómetros por hora.
La misión duró 108 minutos, tiempo en el cual el vehículo llegó a dar dos vueltas a la Tierra. Aterrizó sano y salvo en Siberia, convirtiéndose en un héroe nacional y dando una victoria a la URSS en plena Guerra Fría, lo que propició una sonora derrota a los Estados Unidos durante la carrera espacial.
«Poyekhali» («Allá vamos»), fue el famoso grito que hizo Gagarin nada más despegar. Ya una vez en el espacio, quedó maravillado de la belleza de la Tierra. Sería el primer hombre que viera con sus propios ojos el planeta azul desde el espacio: «veo la Tierra, que hermosa es».
Tras su aterrizaje, Gagarin mandó un mensaje a la prensa diciendo «dando vueltas a la Tierra en mi nave espacial orbital me maravillé de la belleza de nuestro planeta. Pueblos del mundo, protejamos y aumentemos esa belleza, no la destruyamos».
Después de esta misión, Gagarin nunca volvió al espacio. Emprendió una gira mundial para hablar sobre su experiencia y regresó a su vida como astronauta. Aunque se preparó para el primer vuelo de la nueva nave Soyuz en 1967, los altos directivos lo dejaron en tierra porque no querían arriesgar la vida de un héroe de la Unión Soviética en otra misión peligrosa.
Pese a todos los esfuerzos por mantenerle a salvo, Gagarin murió siete años después en un accidente durante un vuelo de entrenamiento. Las causas de su muerte son un misterio. En el lugar del accidente se levanta hoy un monolito rojo en su memoria. Los restos del cosmonauta descansan en el muro del Kremlin.
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