La revancha de octavos de final de la Copa Libertadores sólo se jugó un tiempo producto de la salvaje agresión de un grupo de hinchas con un químico arrojado a la manga cuando el equipo estaba dentro. La demora se extendió durante 1 hora y 15 minutos, tiempo en que dirigentes de la Conmebol oficializaron la interrupción.
El entrenador del River Plate, Marcelo Gallardo, calificó de “vergüenza total’’ la agresión desde la platea que afectó en mayor proporción a Leonardo Ponzio, Leonel Vangione, Ramiro Funes Mori y Matías Kranevitter, que ingresaron en la cancha con los ojos irritados, copiosas lágrimas y evidentes dificultades para ver.
Las imágenes de la televisión mostraron además que el ataque causó quemaduras a los jugadores.
“Es una vergüenza, no se puede jugar así’’, se quejó Vangioni, uno de los más afectados. Kranevitter aseguro que “por diez minutos” no pudo ver y criticó el esquema de seguridad en el estadio. ” Había policías y no entiendo cómo hicieron para abrir la manga. Me arde toda la cara“, apostilló.
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Los jugadores de River se retiraron del campo de juego de la Bombonera, luego de una hora y 15 minutos desde que se suspendió el Superclásico y otra vez atacados por hinchas «xeneizes», al tiempo que sus pares de Boca quedaron en evidencia por no acompañarlos al vestuario y saludar a los violentos que provocaron la suspensión del partido.
Los futbolistas «millonarios» fueron escoltados por personal de la Policía Federal y con el entrenador de Boca, Rodolfo Arruabarrena, en medio para solidarizarse con ellos, mientras los futbolistas locales, en un gesto polémico y sin solidaridad, esperaron en la mitad de cancha y después se fueron saludando al público.
Desde que se produjo la agresión a los futbolistas de River, cuando salían a jugar el segundo tiempo, hasta que se retiraron de La Bombonera pasaron 2 horas y 20 minutos, lo que dejó en evidencia el operativo de seguridad a cargo del anfitrión.
Los futbolistas de River tuvieron que irse por el túnel que usa habitualmente el árbitro para retirarse, mientras eran agredidos por parte del público «xeneize» que en forma increíble seguía dentro del estadio.
A pesar de que hubo 1.200 policías afectados al operativo de seguridad del Superclásico, además de la vigilancia privada que aportó Boca, solo se vieron dentro del campo de juego unos 50 efectivos de la fuerza.
Asimismo, quedó reflejada la ineficacia para llevar adelante un operativo de desconcentración de los hinchas locales, con el fin de que en una hora estuvieran las tribunas vacías y ahí sí poder sacar en forma tranquila a los jugadores visitantes.
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