Pilar Gutiérrez, de la hipoacusia a estudiar fonoaudiología, nació con hipoacusia y a los dos años recibió un implante coclear. Cursa el último año del secundario y en 2016 comenzará a estudiar fonoaudiología, con la intención de ayudar a personas que sufran esta patología.
Oír para contar. Escuchar para aprender. Parece tan simple como conjugar un par de verbos, pero no lo es. Pilar Gutiérrez tiene 18 años, vive en Río Cuarto y cursa el último año del colegio secundario. Su tiempo se reparte entre los estudios; actividades extracurriculares, como inglés, baile, gimnasio; y salidas con amigas. Hasta aquí, todas situaciones propias de una chica de su edad.
Pero, la historia no termina ahí. Ella nació en silencio, una hipoacusia no le permitía comprender lo que sucedía en el mundo exterior y por esta razón, a los dos años recibió un implante coclear. Familia, profesionales, docentes y amigos trabajaron para que se reinserte en la sociedad y muy pronto comenzará a transitar el camino que la llevará a cumplir su sueño: estudiar fonoaudiología. Pilar es un claro ejemplo de que todo se puede, que nada puede impedir trazarse objetivos, cumplir con las metas establecidas.
«Recién llego del cole, terminé de comer y estaba esperando que me llames», responde con frescura y da el puntapié inicial a la conversación telefónica. Y sigue: «Estoy en el último año del secundario, el año que viene empiezo fonoaudiología, la carrera que quiero estudiar».
Cuando sus papás descubrieron que su hija mayor tenía problemas auditivos, consultaron con especialistas que como primera medida le indicaron que usara audífonos (entre el primer y segundo año de vida). A los dos, le realizaron el implante. «Pilar tiene un implante coclear, es un dispositivo que consta de dos partes, una interna (la coloca el cirujano) y una externa (un procesador de audio, que se coloca al mes aproximadamente).
Este procesador se encarga de captar el sonido, procesar la señal, digitalizarla, y enviar a la parte interna para que se estimule la coclea», explica Micaela Constanzo, licenciada en fonoaudiología y referente deMED-EL, fabricante líder en implantes auditivos.
Y agrega: «Esto lleva un proceso de rehabilitación que, en el caso de los niños que nunca escucharon, les permite aprender a escuchar. Es una de las etapas más importantes y se hace de manera conjunta con la familia, los profesionales y la escuela».
Una vez realizado el implante, la adolescente comenzó su etapa de rehabilitación en Buenos Aires, pero al mudarse a Río Cuarto, el trabajo continuó con el apoyo de psicopedagogas. «De chica, me preguntaban que iba a estudiar y respondía que el profesorado de sordos.
Me encantaba poder hablar y contar mi problema. Nunca tuve drama en hacerlo y eso me ayudó mucho. Cuando mi fonoaudióloga me preguntó en que estaba interesada y le digo del profesorado de sordos, ella me contó cómo era la carrera de fonoaudiología y el rol del profesional.
Me encantó porque es más completa y ¿quién mejor que yo para decirle a un sordo que con esfuerzo va a volver a escuchar? ¡Demostrarles que sí se puede!», cuenta Pilar.
Y cierra: «Me gustaría dedicarme a trabajar con niños que padezcan hipoacusia, pero a veces también me planteo si no me gustaría abrirme un poco más y trabajar con distintas patologías.
Siento que puedo ayudar desde lo profesional, pero también aportando desde mi experiencia personal. Demostrar que todo se puede y que somos nosotros quienes nos tenemos que integrar.
Pienso en el día que tenga un paciente al que le tenga que decir que necesita un implante coclear de urgencia y sus papás se pongan triste por la situación. Porque ellos imaginan una vida diferente, pero yo podría aportarles que tienen que apoyar y contener mucho desde la familia. Todo se puede».
Fuente: Dia a Dia
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