En el primer aniversario, le dijo: «Tengo VIH, no sabía cómo decirte». Por miedo a que la dejara, le contó a su pareja que tenía el virus un año después. No la juzgues sin leer esta historia de vida que emociona.
Una costurera neuquina de 36 años, su hijo, su actual pareja y el hijo de ambos conforman una familia llena de amor que tras tropezar con un maldito virus llamado VIH, hoy encontraron esa paz que sólo la sinceridad puede lograr.
La historia se desarrolla en Neuquén y empezó a comienzos de la década pasada, cuando Valentina (es un nombre ficticio) conoció al padre de su primer hijo. No le fue bien: el hombre la dejó cuando se enteró de que estaba embarazada.
Un par de años después, se reencontró con un novio de la adolescencia, con el que mantuvo una relación que la marcó para siempre. «Fuimos novios de jóvenes, y nos reencontramos.
Estuvimos en pareja y, al tiempo, una amiga me dijo que se rumoreaba que él estaba enfermo. Me hice los test y al tener el resultado, me quería morir. En realidad, pensaba que me iba a morir, y que mi nene (en esa época, de dos años) iba a quedarse solito», contó la mujer a Diario Río Negro.
Valentina creía que el VIH «era sólo una enfermedad de gays, drogadictos y minas sueltas de bombacha (sonríe), pero la realidad es diferente y eso es lo que la gente tiene que entender», cuenta hoy.
Se lo ocultó, lo protegió
Hoy, Valentina está casada con José (que tampoco se llama José, explica eldiario). Su temor a que la rechazara por tener VIH fue tal, que le contó después de un año de relación. «Tenía miedo, no sabía cómo decírselo.
Siempre lo cuidé, aunque él no supiese de mi enfermedad. Él quería tener un hijo y yo le ponía excusas, me negaba. Hasta que un día junté coraje y se lo dije», relata la mujer.
Se lo contó, se enamoró
En 2010, cuando la pareja festejaba su primer aniversario, Valentina se decidió: «No sé cómo decírtelo, estoy enferma. Nunca quise hacerte mal, siempre te cuidé: tengo VIH», le reconoció.
«El sollozo la ahogó. Él la miró, encendió un cigarrillo, salió al balcón. Minutos que fueron una eternidad. Volvió y le dijo que jamás la dejaría. Desde ese día se transformaron ‘oficialmente’ en una de las tantas parejas denominadas ‘cero discordantes’ para la medicina: uno está infectado, el otro no», resume muy bien el periodista Sebastián Busader en su entrevista para el medio rionegrino.
La mujer tiene una carga «casi indetectable» del virus y está bajo tratamiento. Al poco tiempo con José pudieron concebir y tienen un pequeño de dos años. Valentina le perdió miedo a la muerte. «Hoy sólo pienso en vivir, y valorar lo que tengo, día a día», dice.
Fuente: Día a Dia
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