El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, admitió ayer que la organización necesita más aviones preparados para efectuar bombardeos de «precisión» en Libia con los que eliminar objetivos del régimen de Muamar el Gadafi. Rasmussen se mostró «confiado» en que los países de la Alianza y sus socios en Libia responderán a ese llamamiento, aunque reconoció que ayer no obtuvo ningún compromiso en firme durante la reunión de ministros de Exteriores de la OTAN que se celebra en Berlín.
Según el responsable aliado, la OTAN tiene «en conjunto los activos necesarios para desarrollar la misión» en Libia, pero precisa de algunos cazas más con capacidad para atacar con precisión a las unidades de Gadafi que se esconden en zonas pobladas, evitando bajas civiles.
Fuentes diplomáticas cifraron en algo menos de una decena los aviones de ataque suplementarios que hacen falta, después de que esta semana seis nuevos cazas británicos se sumaran a la operación.
En los últimos días, Francia y el Reino Unido, que llevan a cabo el grueso de ese tipo de acciones, han reclamado con insistencia más apoyo a los socios de la OTAN que se limitan en Libia a tareas de vigilancia y control. Sin embargo, los llamamientos han caído por ahora en saco roto y la OTAN no ha recibido nuevas ofertas.
España, cuyos aviones no tienen autorización para disparar sobre suelo libio, fue el primer país en dejar claro en Berlín que no tiene previsto incrementar su participación en Libia. Mientras, Rasmussen se mantuvo optimista y se declaró «convencido de que los países cumplirán para aportar esos medios».
Según una fuente diplomática, los aviones adicionales no son imprescindibles hoy por hoy, pero sí para mantener el ritmo de las acciones a medio plazo.
Así lo explicó el principal mando militar de la OTAN, el almirante James Stavridis, a los ministros reunidos en Berlín, indicó la fuente, que aseguró que en un plazo de «días» la Alianza podría contar con esas nuevas unidades.
Pese a estas discrepancias, la OTAN se comprometió a proveer «todos los recursos necesarios» y mantener sus ataques aéreos en Libia mientras que el régimen de Muamar el Gadafi continúe dañando y amenazando a la población. Los ministros de Exteriores de la organización acordaron en Berlín que los objetivos en Libia no se completarán hasta que Gadafi haya detenido los ataques, se haya verificado la retirada de todas sus fuerzas de las calles y se permita todo el apoyo humanitario a la población.
Según fuentes diplomáticas, en los últimos cinco días, las bombas de la Alianza han destruido más de 70 tanques y acorazados pesados del régimen de Trípoli.
En todo caso, Rasmussen reiteró una vez más en que la operación militar por sí sola no pondrá fin al conflicto libio y expresó su apoyo al trabajo del Grupo de Contacto para Libia.
En ese sentido, los ministros de la OTAN recalcaron en un texto de conclusiones que Gadafi y su régimen «han perdido toda su legitimidad». Pese a que la Alianza insiste en mantener su independencia, Rasmussen se reunió el miércoles por primera vez cara a cara con los rebeldes, al entrevistarse en Doha con el representante diplomático Mahmud Jibril.
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