El Cigala cantó a horas de la muerte de su esposa. Su mujer, Amparo Fernández, falleció víctima de un cáncer. Disfrazando con música su tristeza, el cantor español se subió al escenario del Hollywood Bowl de Los Ángeles.
El 19 de agosto por la noche Diego El Cigala se presentó en el Hollywood Bowl de Los Ángeles, pero en ese momento el público no sabía que acababa de enfrentarse a uno de los momentos más difíciles de su vida: su esposa, Amparo Fernández, había muerto víctima de un cáncer.
La periodista Rosa Jiménez Cano contó, a través de una nota enEl País, cómo se vivió ese concierto del artista español.
«Buenas noches, Los Ángeles. Feliz de poder compartir con tanta gente buena y afición a la buena música. Tanto yo como mis compañeros estamos contentos y felices y, nada, darles las gracias por estar aquí. Thank you, very much», dijo y dio inicia al tema «Simples Cosas».
El cantante se transformó al subir al escenario. Diego Ramón Jiménez Salazar, El Cigala, había perdido a su compañera durante más de 25 años.
En el relato, la cronista repasa cómo fue la llegada del cantaor español al lugar del recital:
«El artista llegó al camerino enfundado en un pijama de corte chino de raso azul oscuro, con la mirada escondida en una gafas de sol y arrastrando las babuchas. Con el cuerpo apoyado en Yelsy Heredi, su contrabajo, repetía »qué barbaridad, qué barbaridad», mientras sujetaba la cabeza con ambas manos. A medida que pasaban los minutos, Julio César Fernández, road manager, hijo de Amparo, estrenando orfandad, comenzó a dar el último planchado al terno de luto: chaqueta con solapa de terciopelo, camisa blanca y raya en el pantalón. Diego pidió colirio para aliviar los ojos encendidos en sangre y un espray que mitigase la tristeza agarrada a la nariz. »No puedo, no puedo, no puedo», susurraba. Pero pudo. Pudo más que ninguna noche. Más solemne y metido en sí mismo que ninguna otra actuación. El desenlace, no por esperado, ha sido menos doloroso.
Con »Soledad» llegó el arrebato, sin apenas reprimir el llanto y la voz quebrada: «Para siempre los crespones. Ay, mi soledad. Ay, vuelve ya. Tú, vuelve ya». La tensión fue mayúscula con »Está lloviendo ausencia»: «Y nos despedimos así, como si nada, sin mirarnos, sin hablarnos, sin besarnos, sin tocarnos, nos despedimos así como si nada, cada uno a su camino, cada cual con su destino. Se quedó un lugar vacío de tu cuerpo a mi delirio, laberinto insoportable de tristeza.
»Gracias a la vida», al final de la canción del mismo título, fueron las últimas palabras del rey de los flamencos. Los Ángeles nunca supo lo que verdaderamente latía en el corazón de ese chico que se crió en el Rastro de Madrid. Diego emprendió el viaje de vuelta a República Dominicana, su lugar de residencia. Allí será la incineración de su mujer, la que por primera vez no estaba al volver al camerino. La ceremonia será en la más estricta intimidad en Punta Cana, su paraíso de paz e inspiración».
En ningún momento del recital, El Cigala, de 46 años, hizo comentario alguno a su mujer ni a lo que había pasado.
Amparo Fernández, madre de dos hijos con cantante, mantuvo casi en secreto su enfermedad. Cuando su esposo se enteró, en mayo pasado, le pidió que no detuviera sus presentaciones programadas para los próximos meses.
Fuente: Cadena 3
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