Por la crisis brasileña, ya se aplican suspensiones en fábricas de Córdoba… Las principales organizaciones empresariales y gremiales con intervención en la actividad industrial de Córdoba cruzan los dedos y hacen cálculos sobre cuándo la ola de la crisis brasileña mojará con más fuerza estas alturas mediterráneas.
El principal cliente de los productos industriales cordobeses y a la vez el primer exportador hacia la Argentina no para de dar malas noticias. Primero fue con la recesión brasileña y luego con la abrupta caída de su moneda, que repercute en ambos sentidos del intercambio comercial.
La consecuencia instantánea es el enfriamiento en la demanda de vehículos y, de inmediato, el resquebrajamiento de la actividad industrial en esta provincia. El golpe da de lleno en el eje metalmecánico, pero también alcanza a otro amplio número de rubros, por caso, colateralmente, el alimentario, el textil y el del calzado, estos últimos hoy con la protección de un acuerdo.
El titular de la Unión Obrera Metalúrgica de Córdoba, Rubén Urbano, admitió ayer que existe una “preocupación” por el derrumbe brasileño que comenzaría a impactar en Córdoba en semanas.
Ayer se conoció que la tasa de desempleo del trimestre cerrado en julio fue en Brasil la mayor desde 2012 y alcanzó el 8,6 por ciento. Ese dato implica 1,7 punto más que en igual período del año pasado y 0,6 por sobre junio. Y su moneda volvió a depreciarse 3,27 por ciento, para cerrar a 4,104 reales por dólar.
En la Cámara de Industriales Metalúrgicos de Córdoba (CIMCC), la cuestión hace rato que está arriba de la mesa. Pero ahora apareció otro dato: el persistente repliegue de los programas de las terminales automotrices, no sólo las radicadas en Córdoba, sino también las ubicadas en Rosario y el Gran Buenos Aires, que demandan productos en Córdoba. Un síntoma de esas fisuras es que en varias metalúrgicas locales hay “suspensiones encubiertas”, difíciles de comprobar porque se trata de acuerdos individuales entre la patronal y trabajadores, señaló Urbano.
Explicó que la metodología de esas suspensiones acordadas consiste en que el operario presenta una nota ante el empleador en la que le solicita no trabajar un día determinado por razones particulares. De común acuerdo, se abona el 50 por ciento del salario caído de la jornada.
“Hay gran preocupación en el sector metalúrgico, porque si algo faltaba a los autopartistas es la devaluación del real en Brasil, lo que produce una caída de la demanda porque los productos de acá quedaron más caros”, expresó Urbano.
En la Unión Industrial de Córdoba ( UIC), donde se evalúa un amplio número de actividades, la cuestión promete aterrizar para el debate la próxima semana. La entidad quiere ver también con algún grado de detalle cómo pega Brasil desde el punto de vista de la oferta de sus productos en el mercado nacional y sobre esa base solicitar reuniones con sus pares de la poderosa industria brasileña.
Por lo pronto, tanto en la CIMCC como en la UIC ya se conoce cuál podría ser el paso que sigue al repliegue de la demanda de ese país: la posibilidad de anticipar vacaciones.
Esa salida tiene total validez legal porque desde octubre las industrias pueden comenzar a otorgar períodos vacacionales, chance que admitió también Urbano aunque condicionada a la caída de la demanda. Para él, el derrumbe brasileño “comenzará a sentirse en pocas semanas”.
Isabel Martínez, titular de la CIMCC, no confirmó ni descartó la chance del anticipo vacacional obligado –“hasta hoy ninguna empresa lo ha planteado”, dijo– y volvió sobre la necesidad que tiene cada metalúrgica de pilotear el día a día.
La creación del banco de horas es un mecanismo ideado en Brasil por el cual si hay demanda de productos es posible flexibilizar la jornada laboral pudiéndose compensar, posteriormente, las horas trabajadas para más o para menos.
Urbano recordó que las metalúrgicas cuentan con una capacidad ociosa del 40 por ciento, en consonancia con lo que viene diciendo Martínez.
El gremialista, una de cuyas estrategias permanentes es que todo se puede conversar “pero con la gente dentro de las fábricas”, criticó la política económica al advertir que las empresas soportan “un ahogo fiscal” y “nadie quiere invertir porque hay un corral financiero y nadie puede importar”.
Fuente: La Voz
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