La adicción a Internet es un problema no del todo reconocido y, menos, tratado. Cómo ser eficiente sin caer en la represión es el dilema de quienes estudian el fenómeno. La conquista del mundo por parte de Internet trajo, a la par de múltiples facilidades, el fenómeno de los padecimientos psíquicos vinculados al uso de la Web. La compulsión a navegar, jugar en línea y participar en las redes sociales puede tener consecuencias en la salud y la vida social.
Las imágenes en las que grupos de niños son levantados a gritos para salir a marchar en fila vestidos con uniformes camuflados, son intensamente tratados con numerosos fármacos y (los más testarudos) son sometidos a 10 días de aislamiento en habitaciones cerradas con candado, sacudieron al público estadounidense a principios de julio, cuando la transmisora pública PBS estrenó el documental Web Junkie o, en español, “Adictos a Internet”.
La cinta, nominada al Gran Premio del Jurado en el Festival de Cine de Sundance 2014, presenta la experiencia de por lo menos seis mil jóvenes que, sin haber cometido delito, fueron encerrados por sus padres en el Centro de Tratamiento de Adicción a Internet Daxing, dependiente del Hospital General Militar de Beijing, como última opción para curarlos de lo que el director y psiquiatra especialista en adicciones, Tao Ran, compara con el “consumo de heroína”.
Daxing es, desde que abrió en 2006, uno de los 400 institutos clínicos que en China (el único país del mundo en definir esta adicción como desorden psicológico) proponen una solución radical a una problemática que crece, pero sobre la que la comunidad científica (escéptica) todavía tiene sus dudas.
Aunque en 2008 la Revista Americana de Psiquiatría publicó un enérgico editorial para que la adicción a Internet fuera incluida en la última versión del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales ( DSM-5 , por su sigla en inglés) de mayo de 2013, la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (ASA) la excluyó de la nueva categoría de “trastornos no relacionados a sustancias”, capítulo que designa a las llamadas adicciones conductuales y reúne, por ejemplo, al “trastorno por juego de apuestas”.
El lugar que ocupó la adicción a Internet en el credo científico estadounidense fue una mención en el apéndice del DSM-5 con el fin de ganar atención y ser más investigada.
Los más vulnerables
A nivel planetario, la amenaza compromete especialmente a los adolescentes de entre 13 y 17 años, de los que el 92 por ciento se conecta a Internet todos los días, inclusive un 24 por ciento que lo hace “casi constantemente”, de acuerdo al estudio “Adolescentes, redes sociales y tecnología. Panorama 2015”, del Centro de Investigación Pew en Washington, Estados Unidos.
Impulsado por la adopción de smartphones , Brasil lideraba en 2014, según un estudio de la consultora global A.T. Kearney, la frecuencia de conexión a Internet por persona en un ranking que, si bien no consideraba a grandes mercados tecnológicos como México (el mayor de Latinoamérica), sorprendía con la aparición de Nigeria (2°) y Sudáfrica (3°) sobre Estados Unidos (6°), Alemania (8°), Japón (9°) o China (10°).
Los indicadores de la adicción a Internet son los mismos que con cualquier otro tipo de adicción –dice la psicóloga Laura Jurkowsky, fundadora y directora del instituto Reconectarse para Diagnóstico y Tratamiento de adicciones a Internet y otras Tecnologías, con sede en Buenos Aires–. La conducta adictiva compulsiva llega a interferir en la vida cotidiana de los pacientes generándoles problemas en, por ejemplo, el ámbito laboral, escolar, de pareja, social, familiar.
A pesar de que muchas veces empiezan a darse cuenta de estas consecuencias negativas, no pueden dejar de hacerlo. En el momento en el que no pueden estar conectados, muchos muestran el síndrome de abstinencia, que genera altos signos de angustia, irritabilidad y ansiedad porque, muchas veces, este comportamiento es utilizado como una vía de escape y una manera de buscar satisfacción y gratificación.
-¿Qué tan parecida es la adicción a Internet a, por ejemplo, el alcoholismo o la ludopatía?
–El tratamiento para tratar la adicción a Internet deriva del tratamiento de la ludopatía. El comportamiento compulsivo es el mismo en los tres casos y también cada vez se necesita utilizar más tiempo el dispositivo para llegar al mismo efecto deseado.
La diferencia con el alcoholismo es que no hay una sustancia sino un comportamiento que no tiene consecuencias físicas ni dependencia desde el punto de vista orgánico. Otra diferencia con la adicción al alcohol u otras sustancias es que navegar por Internet es un comportamiento socialmente aceptado y que muchas veces no es visto como un problema.
Internet es una herramienta sumamente importante en nuestra vida y entonces no podemos erradicarla como sucede con los problemas con la comida. Lo que tratamos de lograr es un uso saludable.
-¿Cuánto tiempo llegaron a estar conectados pacientes suyos?
–Muchas veces están más de 24 horas o, si no tantas horas seguidas, invierten sus horarios de sueño y vigilia y se encuentran jugando en red toda la noche hasta el mediodía para después acostarse un rato y levantarse para reanudar el juego.
Esto altera todo el funcionamiento de la persona a nivel de la salud porque empiezan a alimentarse mal o pasan varios días sin bañarse, y a nivel familiar porque dejan de tener espacios comunes.
El primer paso
-¿En qué consiste el tratamiento?
–El primer punto y más importante es que el paciente empiece a registrar que esto es un problema. La mayoría de las veces piensan que es algo transitorio que ya va a pasar, que ahora lo están eligiendo pero después van a poder parar, sin darse cuenta de que hace muchos años dedican su vida a Internet con, quizá, pequeños períodos de tiempo en los cuales logran atender su trabajo o estudios.
En general, vienen traídos por familiares o luego de un conflicto muy importante, ya sea en el colegio o con algún pariente. Luego intentamos que empiecen a estar motivados para solucionar este problema, para lo que muchas veces trabajamos con la red de padres, hermanos, parejas, etcétera.
Una vez que ya pasamos esta etapa inicial, se trabaja con un tipo de tratamiento cognitivo conductual en el cual se trata de generar un registro en el que el paciente se empiece a dar cuenta en qué momentos tiene estos comportamientos, ante qué situaciones, cómo se siente antes de realizar, después de realizarlo, con el fin de lograr una reorganización del uso de la tecnología a la vez que tratar de que pueda incorporar nuevas estrategias y habilidades para manejar los problemas subyacentes.
Es muy importante, también, hacer un seguimiento para anticipar recaídas y ayudar al paciente a generar actividades alternativas porque, si a alguien que pasa tantas horas con una actividad se la quitás, no va a saber qué hacer con su tiempo.
SEnD La adicción a Internet todavía no es reconocida oficialmente como un desorden clínico por ningún país del mundo (a excepción de China). ¿Por qué la comunidad científica no lo reconoce?
–Creo que tiene que ver con cuestiones políticas y presiones dentro del mundo científico y, por otro lado, porque es una cuestión que muchas veces cuesta ver todavía como una patología al estar presente entre nosotros normalmente. En Corea del Sur, el gobierno adoptó políticas de salud pública en relación a este tema prohibiendo, por ejemplo, el uso de juegos en red en un determinado horario para menores de cierta edad.
-¿Qué opina de los estrictos tratamientos del Centro Daxing?
–No soy partidaria de la militarización sino, más bien y por lo que sé, de lo que serían campamentos en los cuales hacer una vida más saludable. No hace falta ser violento ni aplicar una disciplina militar. Sí se puede ser estricto para hacer una agenda y ser firmes en el tratamiento.
SEND ¿Cómo pensar una solución a nivel social cuando vivimos en un contexto tecnológico del que es imposible escapar?
–Algo que estamos haciendo y que me interesa mucho es la prevención. Me parece que hay que hablar desde los medios de comunicación, los colegios y cada uno de los lugares de salud pública para poder anticipar los problemas.
Es importante seguir generando otras actividades alternativas a las tecnológicas desde la infancia y poder limitar el tiempo de uso de la tecnología. Los padres tienen que ser conscientes de que son modelos y que tiene que haber momentos para, por ejemplo, cenar en familia sin la televisión ni el celular ni la computadora.
Para que esta adicción pueda ser prevenida en diferentes contextos sociales, podríamos lograr momentos libres del uso de tecnología.
Fuente: La Voz
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