Ambientalistas y arqueólogos piden que la competencia no se realice más, por los daños que ocasiona a ecosistemas y a sitios prehistóricos representativos de Argentina. Hoy vuelve a pasar por Córdoba.
Quizá lo haya olvidado. El Rally Dakar, que unía las ciudades de París (Francia) y Dakar (Senegal) por territorios africanos, se suspendió en 2008 por las amenazas del grupo terrorista Al Qaeda. Pero el show y el negocio debían continuar, y la empresa organizadora Amaury Sport Organisation (ASO, por su sigla en inglés) apuntó hacia América del Sur.
Desde 2009, la carrera se realiza en estas tierras. Además del ruido de motores y la euforia de los fierreros, el rally, que hoy vuelve a Córdoba deja otras marcas más dolorosas.
Las más trágicas son las muertes. Desde 2009, 18 personas fallecieron vinculadas a la competencia. Cinco de ellas eran pilotos, el resto espectadores y periodistas o gente que tuvo la mala suerte de cruzarse con uno de estos autos. El último de ellos ocurrió en la variante Juárez Celman, cerca de la ciudad de Córdoba.
“El mayor problema con el Dakar son los tramos que se hacen fuera de toda ruta. El impacto es enorme porque se generan huellas de 300 vehículos”, explica Gustavo Barrientos, presidente de la Asociación de Arqueólogos Profesionales de la República Argentina.
Barrientos asegura que es difícil calcular el daño que generan porque los estados provinciales y nacional no publican o no realizan los estudios de impacto ambiental que requiere este tipo de eventos.
“Las autoridades desconocen hasta horas antes por dónde será el recorrido, con lo cual es difícil realizar un estudio de base para luego calcular los daños que causó el paso de los vehículos”, agrega.
Barrientos explica que los mayores daños arqueológicos no ocurren en cosas visibles como construcciones, ruinas, caminos o cementerios, sino en los que se llaman contextos arqueológicos.
“Por muchos años, los pueblos que habitaron Argentina fueron cazadores y recolectores que dejaron herramientas, armas de piedra y huesos y huesos de fauna en el terreno. Los arqueólogos estudiamos la relación de esos objetos entre sí y con el ambiente”, comenta. Y asegura que los vehículos pueden destruir este tipo de escenarios.
De hecho, el Consejo de Monumentos Nacionales de Chile estimó que desde 2009 a 2011 el Dakar destruyó 283 sitios arqueológicos en ese país, equivalentes a más de la mitad de los puntos registrados. Entre ellos, destacan los daños que la competencia causó en los geoglifos en el Norte Grande y en tramos del camino del Inca.
El año pasado, dos pilotos fueron detenidos en Chile por causar roturas en un sitio arqueológico. Pero la respuesta de uno de ellos, el italiano Matteo Casuccio, fue lo sorprendente. “No veas cómo se pusieron estos tíos por cuatro piedras entre otras muchas de una montaña. Ni que me hubiera metido por medio del Coliseo. Eso sí que es una ruina arqueológica. Si se pasaban por Roma, iban a alucinar”, dijo.
Barrientos es elocuente en su reflexión: “El Dakar es un proyecto neocolonialista que no pueden realizar en Europa, porque tienen legislación y controles más estrictos y hay conciencia en su población. Aquí es más probable que el Dakar se vaya porque ya no es un negocio por estos problemas”.
Todos los años, la Fundación para la Defensa del Ambiente (Funam) denuncia ante la Justicia a los organizadores de la competencia y a los gobiernos de Córdoba y nacional por la realización de la carrera.
El año pasado, logró que un juez obligue a la Provincia a que dé a conocer los recorridos. Este año, la acusación de la ONG que preside Raúl Montenegro adujo, entre otras ilegalidades, que el rally viola la ley de ambiente, en particular el tramo que pasó por el Parque Nacional Los Cardones, en Salta.
Desde Ambiente de la Nación prometieron que 2016 será la última vez que el rally pase por un parque nacional.
El naturalista Diego Olivera, responsable de la página de Facebook “No al Dakar”, asegura que durante los más de ocho mil kilómetros de competencia, los vehículos provocan serios daños en la naturaleza.
Explica que los vehículos pasan por varios centros de endemismos, lugares en los que viven animales o plantas que no están en otras partes del mundo. “Por ejemplo, en las dunas Nihuil, Mendoza, vive una lagartija que sólo se encuentra allí. El rally pasó tres veces en estos años. La especie fue descubierta hace décadas y no se la vio por muchos años hasta que volvió a avistarse hace pocos luego de la competencia”, explica. Y agrega: “Tal cual está planteada, la competencia es un desastre porque no se hacen los estudios de impacto ambiental provinciales. Por eso, decimos ‘No al Dakar’”.
Fuente: La Voz
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