Las víctimas fueron atribuidas a las balas de las fuerzas de seguridad, que abrieron fuego para dispersar manifestaciones que reclamaron la renuncia al gobierno de Bashar al Asad. El mayor número de víctimas se produjeron en Homs, donde murieron 14 personas, y en Izraa, desde donde se informó de al menos 11. Otras ocho cayeron en Douma, en la periferia de Damasco, y tres en el sector capitalino de Mohadamia.
Las movilizaciones tuvieron lugar un día después de que Al Asad levantara el estado de emergencia vigente desde 1963. Se estima que hubo 10 mil manifestantes en Deraa, 5 mil en Qamishli (al noreste) y miles en Duma, cerca de Damasco.
Las marchas se realizaron después de la oración semanal musulmana del viernes, para reclamar la caída del régimen. Las fuerzas de seguridad inicialmente tiraron al aire para dispersar a los manifestantes, pero después abrieron fuego contra éstos.
El militante, Nauar Al Omar, aseguró a la AFP que la fuerza pública abrió fuego «para dispersar tres grupos de manifestantes que se dirigían desde varios barrios hacia la plaza central, para reunirse en ella».
Los manifestantes, entre los que había árabes, kurdos y cristianos siriacos, empezaron a llegar delante de la mezquita Qasmo, agitando banderas sirias. Algunos llevaban una banderola en la que se leía: «Árabes, siriacos y kurdos contra la corrupción».
En Deraa, donde comenzó el movimiento popular de protesta contra el régimen a mitad de marzo, los manifestantes salieron de las mezquitas gritando consignas en favor de la libertad y pidiendo la disolución de los servicios de inteligencia y el procesamiento de sus miembros, indicó a la AFP un militante de los derechos humanos.
Otros llevaban pancartas en las que pedían «la anulación del artículo 8» de la Constitución, que consagra la hegemonía del partido Baas sobre la sociedad y el Estado.
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