La Doncella de Hierro pasó por Córdoba y demostró todo lo que sabe ante un público que se recargó de una energía que sólo la banda liderada por Bruce Dickinson puede dar.
La envidia de Epec. Pongan todos el aire acondicionado en 18 porque se la banca. La energía irradiada anoche por Iron Maiden y compañía fue demoledora. Una locomotora capaz de hacer desaparecer a todo Cruz del Eje.
La Doncella de Hierro confirmó en la Docta todo lo bueno que leíamos o vimos en vídeo de ellos. Con la gira del disco The Book of Souls como excusa, los mayores referentes del heavy metal pasaron por el Kempes ante una multitud que sigue marcando a esta plaza como opción para los grandes shows.
Los cordobeses de Pésame abrieron la jornada y cumplieron un sueño. Bien ahí. Después, The Raven Age hizo de las suyas y le dio lugar a Anthrax. 40 minutos de trash metal al palo.
Plato fuerte. Maiden fue impecable. Dicen que tres son multitud. Los tres violeros se sustentan y brindan una sincronía informática. Dave Murray, Adrian Smith y Janick Gers me pueden hacer acordar por sus looks a algunas maestras de mi primario, pero son fenomenales.
El bajo de Steve Harris y la batería de Nicko McBrain te pegan en el pecho y te hacen tomar noción de todos los órganos que tenemos dentro. La bata de McBrain está como escondida en el escenario. Es una especie de paso de Termópilas y el músico lidera a sus 300 tambores que, cuando los hacen sonar, se entiende semejante tamaño de instrumento.
A eso se suma la voz única de Bruce Dickinson. Su gola parece la mejor representante de las tinieblas. Se comió el escenario con su dominio teatral y gutural.
Los nuevos y extensos temas compartieron la grilla con los clásicos y deleitaron a los fanáticos. El fondo fue mostrando a Eddie, la mascota de Maiden, en sus más diversas expresiones. Hasta que se hizo presente en persona con sus tres metros de altura para uno de los gritos más estruendosos de la noche.
Se fue Iron Maiden, dejando un tremendo show con fuego y pirotecnia llegados del averno. Nos quedamos con las ganas de ver al averiado Ed Force 1en el Taravella. Pero esos cansados cuerpos de sus integrantes mantienen su alma inalterable. Y claro, son de metal. Pasó un domingo épico. Maldito lunes.
Fuente: Dia a Dia
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