Disparos retumbaron hoy de manera incesante y cadáveres permanecían tirados en las calles de Dera’a en el segundo día de un operativo militar con tanques en esa ciudad del sur donde hace más de un mes comenzó una ola de protestas contra el gobierno, informaron residentes.
En tanto, organizaciones de derechos humanos sirias afirmaron que al menos 500 personas fueron detenidas anoche y esta madrugada en barrios de Damasco y en la norteña localidad costera de Jableh horas después de la letal represión con tanques en Dera’a que -según activistas y lugareños- dejó al menos 11 muertos.
Francia e Italia pidieron hoy el fin de la «represión violenta» de protestas opositoras en Siria, y aunque el presidente Nicolas Sarkozy dijo que se necesita el aval de la ONU para una intervención militar internacional, no dijo si su gobierno la impulsará, como hizo con el caso de Libia, informó la agencia de noticias DPA.
En Holanda, el canciller Uri Rosenthal propuso hoy a la Unión Europea (UE) suspender su asistencia a Siria e imponer un embargo de armas y sanciones contra los máximos responsables del gobierno.
En el Reino Unido -otro de los países que impulsó la acción militar en Libia- el canciller William Hague dijo hoy que Londres evalúa junto a sus aliados internacionales imponer nuevas sanciones a Siria «para persuadir a las autoridades (de ese país) a detener la violencia y respetar derechos humanos básicos».
Ayer, la Casa Blanca condenó la «brutal» represión en Siria y dijo que estudiaba sanciones puntuales contra su gobierno.
Por otra parte, grupos de derechos humanos y un creciente número de gobiernos están trabajando para impedir a Siria ser elegido como miembro del órgano de derechos humanos de la ONU.
Siria era uno de los favoritos para ocupar un puesto en el Consejo de Derechos Humanos con sede en Ginebra, como uno de los cuatro candidatos seleccionados para cubrir las plazas de Asia.
Sin embargo, a raíz de la violenta represión desatada contra opositores, grupos de derechos humanos y algunos gobiernos se han comprometido en un esfuerzo tras bambalinas para mantener a Siria fuera del Consejo.
Ayer, miles de soldados sirios apoyados por tanques ingresaron en Dera’a y dispararon indiscriminadamente contra civiles, en una sorpresiva incursión en la ciudad donde comenzaron las protestas contra el presidente Bashar Al Assad, el 18 de marzo.
Testigos y activistas habían dicho ayer que al menos 11 personas murieron en la represión en Dera’a, aunque la cifra de víctimas mortales variaba según las fuentes, algunas de ellas hablaron de hasta «20 mártires».
El director del OSDH, Rami Abdul-Rahman, dijo que las autoridades cortaron las comunicaciones con Dera’a, por lo que se hace muy difícil confirmar la información de manera independiente, informó la cadena de noticias CNN.
Un residente de la ciudad que hablaba con un teléfono celular jordano -no afectado por el corte de las comunicaciones- dijo que las tropas continuaron hoy desplegadas en las calles disparando al azar contra viviendas, y que decenas de cadáveres siguen tirados en las calles porque nadie se anima a recogerlos, informó CNN.
El informante, que pidió no ser identificado por temor a represalias, dijo que la gente permanece encerrada en sus casas por temor a disparos de los soldados o de francotiradores, y que la ciudad está sin luz ni agua desde hace tres días.
El gobierno sirio prohibió a los medios internacionales y locales cubrir las protestas e ingresar en las ciudades más convulsionadas, lo que dificulta aún más la verificación de las informaciones, que proceden de testigos o activistas que por lo general hablan bajo condición de anonimato.
El operativo de represión en Dera’a, que incluyó el uso de tanques en un centro urbano por primera vez desde el inicio de las protestas, fue condenado por el gobierno de Estados Unidos y por la máxima autoridad de derechos humanos de la ONU.
Grupos de derechos humanos sirios e internacionales estiman que más de 350 personas murieron desde que empezó el levantamiento en Dera’a y se extendió al resto de Siria. Un tercio de esas personas murieron en los últimos tres días, en una señal de persistencia o crecimiento de la protesta incluso pese a la respuesta oficial.
Las movilizaciones y protestas, semejantes a recientes revueltas contra otros gobernantes del mundo árabe, comenzaron como un reclamo de mayor apertura democrática y derechos civiles, pero con la represión y las muertes escalaron a pedidos de renuncia de Assad, en el poder desde el años 2000, y la caída de su «régimen».
El gobierno dice que todo es una «conspiración externa» instrumentada por «pandillas armadas» de extremistas islámicos.
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