El incumplimiento del compromiso del gobierno nacional de subsidiar la producción petrolera para no paralizar los yacimientos tuvo una contundente respuesta. El “comodorazo”, como se lo denominó, movilizó a la población contra el ajuste.
Cerca de sesenta mil trabajadores y vecinos de Comodoro Rivadavia, ciudad de 300 mil habitantes, se movilizaron hasta la intersección de las rutas 3 y 26 cercana a dicha localidad, en defensa de los puestos de trabajo de la industria petrolera y en repudio a la situación de indefinición que vive el sector desde el 1º de febrero, cuando el gobierno nacional garantizó un subsidio a las exportaciones de hidrocarburos para asegurar la continuidad de la actividad, que aún no ha hecho efectivo.
Las empresas operadoras en la región del Golfo San Jorge mantienen paralizados 22 equipos de producción (perforación y “work over”), de los cuales habían vuelto a comprometer la reactivación de 12 de ellos para el mes de abril. Pero ante el incumplimiento del gobierno nacional, los mantuvieron inactivos.
El sindicato petrolero convocó a un paro de 12 horas (que se cumplió ayer entre las 8 y las 20 horas) y a la movilización mencionada, que contó con el respaldo del gobernador de Chubut y el intendente de la ciudad, además de una participación que llevó a que los medios locales la denominaran “comodorazo”.
Los trabajadores de la región de Chubut y Santa Cruz norte, junto al resto de la comunidad, le dieron ayer una respuesta contundente al gobierno nacional y a las empresas petroleras: no aceptarán retroceder sobre los derechos conquistados ni ajustes en el empleo por “razones de mercado”.
El incumplimiento de los compromisos firmados en Buenos Aires el 1º de febrero y ratificados el 11 de abril recibieron una respuesta masiva ayer en Comodoro. Esta vez, ni siquiera la promesa del gobierno nacional y las empresas petroleras, de que en los próximos días llegarán los subsidios y se pondrán en actividad los equipos de producción, fue suficiente para frenar la convocatoria.
El conflicto tiene su origen en la caída del precio internacional del petróleo, que afecta principalmente al tipo de crudo pesado que se extrae en la cuenca del Golfo San Jorge y se destina mayormente a la exportación. Además, desde enero el gobierno de Mauricio Macri, a través de su ministro de Energía, Juan José Aranguren, viene planteando su intención de abandonar la política del gobierno anterior de garantizar una retribución a la producción que promoviera la exploración y la exportación.
La política de búsqueda del autoabastecimiento y la soberanía energética, planteada en 2012 por el kirchnerismo, fue dejada de lado por el macrismo con la idea de que las refinerías pudieran sacar provecho de la baja del precio internacional.
Pero la resistencia de los gremios petroleros y la firme movilización de las regiones que resultarían afectadas por la paralización de la actividad, obligó al gobierno nacional a sentarse a una mesa de negociación y firmar un acuerdo de respaldo a la producción local. Por el compromiso asumido, se le garantizaba a las petroleras que operan en la cuenca (PAE, YPF, Tecpetrol y Sipetrol) un subsidio de 10 dólares por barril exportado (2,50 a cargo del gobierno de Chubut, 7,50 a aportar por el Estado nacional), a cambio de garantizar la estabilidad del personal y sus remuneraciones. Pero el gobierno nacional fue demorando el giro de los fondos y, en consecuencia, la industria petrolera mantuvo inactivos los equipos.
El domingo 1º de mayo, en Asamblea General del Sindicato del petróleo y el gas privado de Chubut, su secretario general, Jorge “Loma” Avila, pronunció un encendido discurso en el que convocó al paro de ayer. “Sin equipos, no hay paz social”, advirtió, proponiendo el paro y la movilización de ayer. Explicó que la medida sería la respuesta al “incumplimiento de las actas firmadas por el Gobierno nacional y el provincial, donde decía que el 30 de abril tenían que salir los equipos parados y no salió ninguno.”
La convocatoria movilizó a todo el pueblo, incluso a sus autoridades, concientes de lo que estaba en juego era sostener el crecimiento que logró Comodoro Rivadavia en la última década y media, o convertirse en un pueblo fantasma. Carlos Linares, intendente de la ciudad, cerró el acto de ayer respondiendo al desafío. “Hemos dado un ejemplo al país, tenían dudas de cuánta gente íbamos a mover y aquí está la respuesta”, señaló, frente a una multitud en la que participaron todas las organizaciones sindicales locales, sin excepción. Hasta los trabajadores de La Anónima, la cadena de supermercados de la familia del secretario de Comercio Interior, Miguel Braun, dieron el presente.
“Esto es un acto de los trabajadores, no de los políticos, pero sin ellos tampoco hubiéramos llegado donde estamos”, dijo Jorge Avila al abrir el extenso discurso con el que inauguró el acto central de la convocatoria. Confirmó que existe el compromiso de reactivar los equipos petroleros en las próximas semanas, pero que pese a la promesa se había decidido mantener la medida de fuerza. Y advirtió que éstas se endurecerán si no se cumple, como ocurrió en las oportunidades anteriores.
Las organizaciones sindicales participantes elaboraron un documento en el cual se ratificó el objetivo de defender los puestos de trabajo y la economía de la región, descartando cualquier intencionalidad política, aunque no ahorraron condenas a las medidas que atentan contra el poder adquisitivo del salario, como la suba de precios y tarifazos en los servicios.
La pueblada que agitó la provincia patagónica tuvo su mensaje más claro en una de las expresiones que remató el discurso de Avila a la multitud. “No nos asusta si quieren confrontar con los trabajadores. No vamos a renunciar a nada de lo que tenemos. Vamos a reclamar todo lo que nos corresponde”. El destinatario, el gobierno nacional, por ahora no acusó recibo.
Fuente: Página 12
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