Según Werner, «en Argentina la transición a un marco de política macroeconómica más coherente y creíble sigue avanzando, y debería afianzar las perspectivas de crecimiento a mediano plazo». Sin embargo, advirtió que «el impacto adverso en la actividad a corto plazo ha sido mayor de lo previsto».
El Fondo Monetario Internacional ratificó que 2016 será un mal año para la Argentina. Según las previsiones del FMI, la economía tendrá una retracción de 1,5% en el año en curso, pero se espera que el próximo traiga un crecimiento de 2,8%. Así se señaló en el marco de una conferencia de prensa dada en Washington por Alejandro Werner, Director del Departamento del Hemisferio Occidental del organismo, en la que se refirió a las perspectivas de América Latina y el Caribe.
El Fondo reconoció que el ajuste de los precios relativos en el primer semestre de 2016 -tras la depreciación del tipo de cambio y el alza de las tarifas de los servicios públicos- «ha acelerado la inflación y perjudicado el consumo privado».
En cuanto a las perspectivas, Werner sostuvo que «la actividad económica probablemente empezará a recuperarse hacia finales de 2016, a medida que la inflación se modere gradualmente, que se estimule el gasto y que se reduzcan las tasas de interés».
Al respecto señaló que «se prevé que la orientación más acomodaticia de las políticas monetaria y fiscal promueva el crecimiento en 2017», pero advirtió que probablemente «complique el cumplimiento de las metas fiscales y de inflación anunciadas este año».
Con relación a Brasil – el principal socio comercial de la Argentina – Werner sostuvo que «el PIB siguió contrayéndose en el primer trimestre, pero menos de lo previsto, lo que hace pensar que la contracción ampliamente esperada para 2016 será menos drástica de lo que se había concebido». De todas formas, el Fondo proyecta una caída de 3,3% durante este año para el principal socio del Mercosur.
El Fondo prevé que la desaceleración económica de la economía brasileña «toque fondo este año, y en 2017 la actividad económica debería registrar cierto crecimiento positivo, aunque el elevado nivel de desempleo impondrá un lastre a la demanda interna».
Werner recordó que el gobierno interino de Brasil ha delineado «una estrategia de reducción gradual del déficit con el fin de moderar las presiones de gasto insostenible a mediano plazo». A su juicio, «los mercados han visto con muy buenos ojos la estrategia propuesta de consolidación, y el gobierno tiene que centrar sus esfuerzos en superar los desafíos de la implementación».
• Incertidumbre
El Fondo evalúa que tras un comienzo difícil a principios de año, las condiciones tanto externas como internas en América Latina han mejorado. Pero, según Werner, «las perspectivas para la región son todavía inciertas».
Los precios de las materias primas se han recuperado con respecto al mínimo que registraron en febrero de 2016, pero el FMI «espera que permanezcan en niveles bajos en el futuro previsible». A esto se suma una interrupción, o incluso una reversión, de las fuertes depreciaciones del tipo de cambio en algunas de las mayores economías de la región.
Con relación al impacto de la salida del Gran Bretaña de la Unión Europea, Werner recordó que las exposiciones comerciales directas de los países de América Latina y el Caribe ante el Reino Unido son reducidas (en promedio alrededor de 1 por ciento de las exportaciones totales). Sin embargo, advirtió que «la región está expuesta a una desaceleración más generalizada en el resto del mundo -por la vía de vínculos comerciales y financieros- y a la volatilidad del sentimiento de los inversionistas».
En cambio, como un elemento a favor señaló que el ritmo más gradual de normalización financiera en Estados Unidos, con la compresión de la prima por plazo de ese país, debería ayudar a contener las presiones de los costos de financiamiento, tanto para el sector público como para el privado.
En suma, las perspectivas de crecimiento de América Latina y el Caribe para 2016 y 2017 se han revisado moderadamente al alza, 0,1 puntos porcentuales en ambos años con respecto a lo pronosticado en abril de 2016.
El Fondo prevé que la actividad en la región se contraiga 0,4 por ciento en 2016 y registre «una reactivación moderada del crecimiento en 2017 a 1,6 por ciento».
Sin embargo, Werner alertó que «los frecuentes episodios de aumento de la volatilidad del mercado, si bien efímeros, son un constante recordatorio de que las condiciones favorables del mercado pueden trastocarse de la noche a la mañana». En este sentido, dijo que «esta volatilidad mundial también podría exacerbar las vulnerabilidades del sector empresarial, dadas las mayores cargas de deuda y la menor rentabilidad».
Con relación a los instrumentos de política económica para hacer frente a estos escenarios, consideró que «la flexibilidad del tipo de cambio sigue siendo la primera línea de defensa».
También afirmó que «el espacio fiscal sigue siendo limitado en la mayoría de los países de la región, y particularmente en los exportadores de materias primas, en vista del nivel bajo y persistente de esos productos y los recientes episodios de volatilidad».
Por último, Werner consideró que «ahora sería un buen momento para subsanar el problema de los cuellos de botella con el fin de vigorizar el crecimiento potencial de la región». Desde esta perspectiva, estimó que «las políticas orientadas a mejorar la educación y la infraestructura y reforzar el Estado de derecho ayudarían a promover el crecimiento e incrementar la capacidad de resistencia a los shocks».
Ag. de Noticias: ámbito.com
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