Un Cacho nuestro, un Cacho de todos. Si el humor cordobés tiene buena fama, él es uno de los responsables. Y es por eso que promete “un Cacho clásico” sobre el escenario del Quality Espacio para este sábado, desde las 21.30, con entradas que oscilan entre los 275 y los 330 pesos. Se trata deBuenaventura Show. Y es como que está todo dicho.
El humorista se presenta este sábado en Quality. Con su habitual propuesta, invitados especiales y la mirada que mezcla risa y reflexión…
“Es un gustazo volver a Córdoba, después de un tiempo medio prolongado. Sacando el Festival del Humor y la participación en algún evento, quería hacer algo más grande, con la presencia de algunas figuras invitadas”, le contó Cacho Buenaventura a Día a Día.
Y, luego, agregó: “Es una invitación a estar contento, a reírnos un poco y celebrar que estamos vivos. Es un espectáculo para todo público, con mucho humor, con mucha anécdota, monólogos y lo que la gente quiere escuchar. Por suerte, tengo para decir cosas que a la gente le gustan. De eso se trata.
Se pueden adquirir en boleterías de Quality y por sistema Ticketek. Los valores oscilan entre los $275 y $330.
–¿Dónde está el secreto para que no canses, para que pase el tiempo y la gente sigue acompañándote?
–No sé si hay un secreto. Me nutro permanentemente y, por ahí, me desespero por conseguir un cuento nuevo o una anécdota nueva y la gente te grita ‘contáme el de la palomita’. Jaja. Son cuentos clásicos y, bueno: ‘lo querés escuchar, te lo cuento’. Pero también tengo otras cosas para contar que hacen a lo diario, a lo cotidiano. La gente se identifica con lo que yo digo y le causa gracia. Son cosas que la gente sabe, pero se olvidó de reírse.
–Hay nuevas expresiones en el humor, como el stand up. ¿Cómo se para el humor cordobés tradicional antes ellos?
–Son bienvenidas todas las expresiones artísticas que implican el humor. Es una posibilidad para que se manifiesten nuevas figuras. Hay muchos jóvenes que engancharon esta veta, que es un poco parecida a lo que vengo haciendo: eso de pararse a contarle situaciones a la gente. No escuché a muchos, pero tuve la posibilidad de acompañar a alguno y me gustó. Veo mucha gente joven, que es el público que hay que cautivar.
–¿Lo hacen reír las mismas cosas de siempre o, con los años, lo empezaron a divertir otras cosas?
–Con los años, siento que tengo la capacidad de reírme de mí mismo. Y eso es algo que la gente aplaude. Es reírse de uno mismo para no reírse de otro. Subir al escenario y agarrar a uno de la primera fila no tiene nada de gracioso. Antes había cuestiones que no me sorprendían, por la velocidad a la que uno vivía. Pero cuando uno va a una velocidad más acorde con estar vivo, ves otras cosas. Un tropezón hace reír a todo el mundo. Jaja. Voy y te ayudo a levantarte, pero no puedo evitar reírme.
–¿Qué te dejó la experiencia en la política, como candidato a vicegobernador?
–Fue muy buena. Lo mejor fue el contacto con la gente, escuchar sus necesidades y estar capacitado para devolverle con tu trabajo dignidad, autoestima. También preocuparte por soluciones más humanas. La política a veces es más lenta que esas necesidades reales de la gente. Fue muy lindo y aprendí muchísimo. Debería acercarse mucha más gente a participar. La mayoría se queda en la crítica y no hacemos nada por interesarnos y participar. Hay que participar. La democracia es el mejor modo de vivir en sociedad que tenemos. Y para preservarla, tenemos que involucrarnos.
–Después de esa experiencia, ¿cobra más dimensión tu función como humorista para paliar las vicisitudes que pasa la gente?
–Sí. Vengo de agotar tres funciones en Río Cuarto. Y es porque la gente viene con predisposición a reírse. La gente invierte en un espectáculo. Y ese gasto, por pequeño o grande que sea, genera un compromiso para dejar todo sobre el escenario y hacer reír al público para que se vaya contento, y vuelva al teatro y vuelva a salir.
–¿Cómo estás de salud?
–Muy bien, gracias a Dios. Tuve una situación de salud mínima, que se complicó. Pero ya está todo bien. Cómo habrá sido de mínima que el médico me atendió con una sola mano. O, mejor dicho, con un solo dedo. Y no voy a contar más nada. Ja.
Ag. de Noticias: Dia a Dia
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