El escándalo preocupa al kirchnerismo y molesta a Macri. Los negocios se hicieron con el gobierno anterior, pero hay vínculos entre Odebrecht e Iecsa, del primo del Presidente; Peña recibió en septiembre a un ejecutivo de la firma
El escándalo de corrupción que despertó el caso Odebrecht le sumó una nueva página a la preocupación del kirchnerismo por sus compromisos judiciales.
Pero también le agregó al menos una cuota de molestia a la administración de Mauricio Macri, debido a algunas cercanías incómodas entre la compañía brasileña y la familia del Presidente.
Angel Calcaterra, primo del presidente y dueño de Iecsa, una de las principales empresas locales de la construcción, se asoció en algunas ocasiones con la empresa que reconoció haber pagado coimas para quedarse con obras.
La última fue cuando ganó la licitación para construir un gasoducto en Córdoba, una iniciativa millonaria que lanzó el gobernador Juan Schiaretti.
Pero el vínculo más importante está en el Gran Buenos Aires. Sucede que la empresa de Calcaterra forma parte de la UTE que lidera Odebrecht para realizar el soterramiento del Ferrocarril Sarmiento.
Con una promesa de inversión de US$ 3000 millones, es el proyecto de infraestructura más grande en marcha. Aunque los documentos de la Justicia norteamericana no mencionan específicamente esa obra, nadie podría criticar a quien sospeche de prácticas indebidas para alzarse con el premio local más grande al que pudo aspirar una empresa constructora en los últimos años.
Las fechas son sugestivas. En agosto de 2007, el kirchnerismo anuncio la apertura de los sobres con las ofertas para la adjudicación de la obra.
Hasta ese momento, el consorcio liderado por Odebrecht peleaba con otro liderado por Isolux. Según la documentación de la SEC, Odebrecht pagó coimas por US$ 35 millones entre ese año y 2014.
Pese al escándalo (Marcelo Odebrecht, dueño de la empresa, está preso desde hace meses en Brasil), algunas reuniones pueden incomodar al Gobierno.
Hace menos de tres meses, el 8 de septiembre pasado por la tarde, en el despacho de Marcos Peña, en la Casa de Gobierno, el jefe de Gabinete recibió a varios empresarios brasileños para «analizar oportunidades de inversión en la Argentina», según el registro oficial de audiencias.
Entre otros, del encuentro participaron el anfitrión, su coordinador Mario Quintana, otros funcionarios y Alexandre Mendonça, CEO de Odebrecht para América latina.
Más allá de los dolores de cabeza de la actual gestión por las coincidencias incómodas, el gran peso de la investigación cae sobre obras que se licitaron en el kirchnerismo.
El mejor ejemplo es el soterramiento del Sarmiento, pero también hay más. Por ejemplo, la ampliación de gasoductos, una iniciativa que movilizó inversiones millonarias a mediados de la década pasada y desató el caso Skanska, el primer gran caso de corrupción de la gestión anterior.
Llamativamente, el ex ministro de Planificación, Julio De Vido, se desligó ayer de las coimas de Odebrecht a través de la red Twitter.
La compañía tiene una historia de 72 años (en 1944, Norberto Odebrecht, un joven ingeniero, fundó la empresa en Salvador, Bahía. La compañía cerró su primera asociación con Petrobras en 1953 para construir el Oleoducto Catu-Candeias, en Bahia, para el transporte de crudo.
La relación con la petrolera estatal de Brasil fue uno de los ejes que despertaron en su país la investigación sobre la firma, que se convirtió en el mayor conglomerado industrial del país, con negocios que van desde la construcción hasta la petroquímica, pasando por la ingeniería, la agroindustria y la infraestructura.
Pese a sus inicios, el principal negocio de la compañía es la petroquímica a través de la firma Braskem, la mayor empresa latinoamericana del sector y una de las cinco petroquímicas más grandes del planeta, creada por Emilio Odebrecht, hijo del fundador del grupo; de los US$ 47.000 millones que la compañía facturó en su último balance, el 55% fue aportado por esta unidad.
En las tres últimas décadas la empresa tuvo también presencia en la Argentina. Llegó a mediados de los ?80 y en el último año de esa década terminó la hidroeléctrica Pichi-Picún Leufú. Sus socios fueron Skanska y las argentinas Impsa y Roggio.
Su obra consagratoria en el menemismo fue la construcción del Acceso Oeste, en 1996, una autopista de 80 kilómetros, 15 puentes y 24 ramales.
Entre los constructores suelen decir que el verdadero valor de una compañía de este tipo está en los contratos que gana. Desde ese punto de vista, el kirchnerismo fue generoso con la compañía brasileña.
En 2008, AySA le encargó el proyecto de la Planta Potabilizadora Juan Manuel de Rosas, en el norte del Gran Buenos Aires. A eso se suman los gasoductos, entre otras cosas.
Entre sus clientes privados, la minera Vale contrató a Odebrecht para el yacimiento Potasio-Río Colorado, en Mendoza, una iniciativa que quedó frenada. Allí constituyó una unión transitoria de empresas (UTE) con Techint.
YPF fue otro de sus grandes clientes. En 2009 inició la construcción de una planta de reformado catalítico continuo destinada a aumentar la capacidad de producción de combustibles de alta calidad. La planta está ubicada en el complejo industrial Ensenada.
Fuente: La Nación
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