“Lo que yo quisiera, si el Pami no me va a cubrir los medicamentos porque estoy afiliada a una prepaga, es que me dejen derivar a mi prepaga el aporte que hago al Pami”, pide Elisa, de 70 años. Como jubilada cobra 13.300 pesos y paga, con ayuda de una hija, 3.900 pesos por una cobertura privada. Para las consultas usa la prepaga y para los medicamentos, el Pami al ciento por ciento.
Tiempo atrás, como le recomendaron sus conocidas, tramitó la vía de excepción (resolución 337/05) y logró cobertura total en ambulatorios. El Pami, regularmente, cubre el 50 por ciento en ambulatorios, 80 por ciento en crónicos y 100 por ciento en tratamientos graves, pero con la resolución 337 cubre todo siempre.
Hay muchos razonamientos similares, conocidos luego de la decisión del Pami de depurar el padrón de beneficiarios del subsidio nacional.
Lo primero que hay que aclarar es que Elisa se podría llevar su aporte siempre y cuando la obra social de destino atienda a jubilados y pensionados. La mayoría no los reciben. Lo segundo que se debe remarcar es que el Pami es un sistema solidario: todos aportan en proporción a sus ingresos y así, en una “bolsa común”, los más acomodados terminarán sosteniendo a los más desprotegidos.
Los recursos del Pami, presupuestados para 2017 en 117 mil millones de pesos, provienen de cuatro vías: el tres por ciento obligatorio que pagan todos los trabajadores en relación de dependencia (excepto los provinciales y los municipales), el dos por ciento que pagan los empleadores, el aporte del propio Estado nacional en función de las necesidades de la obra social y el aporte del propio jubilado. El pasivo aporta el tres por ciento de la jubilación mínima y si cobra más, el seis por ciento de lo que percibe arriba de la mínima.
Esto significa que el 70 por ciento de los seis millones de jubilados nacionales aportan, en promedio, 170 pesos mensuales al Pami. En Córdoba, el gasto promedio por usuario activo de la obra social es de 736 pesos mensuales, dato que surge de los 221 millones que se pagan a la Cámara y al Colegio que agrupan a las farmacias.
El aporte personal está lejos de cubrir el promedio del gasto en medicamentos y, justamente, la solidaridad del sistema permite elevar al ciento por ciento la cobertura en los casos graves, como trasplantes y tratamientos contra el cáncer o la diabetes, donde no existen posibilidades individuales de costear las drogas necesarias. Si los que aportan por encima de la media se fueran a otro lado, el sistema se desfinanciaría.
En la provincia, hay 500 mil afiliados al Pami, de los cuales 300 mil son usuarios activos. De estos, el 66 por ciento tramitó el subsidio social para que se le cubra la totalidad.
Ahora, cuando el jubilado vaya a tramitar esa excepción, no podrá hacerlo si está afiliado a una prepaga, si cobra más de 8.461 pesos, si tiene dos viviendas o más, un auto comprado hace menos de 10 años, un yate o un avión.
No hay dudas de que la medida es antipática. Pero asumir 368 pesos al mes (la mitad del gasto promedio), sabiendo que en los casos graves la cobertura del Pami será total, es simplemente ser algo más solidarios.
Ag. de Noticias: La Voz
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