Se cumplen 45 años de la llegada de Mario Kempes a Instituto, Aguilera, el goleador del Mundial ’78… “El Matador” debutó con identidad falsa.
Suele ocurrir con frecuencia. El fútbol se nutre de partidos que, aún antes de jugarse y al margen de cualquier resultado, ya revisten el carácter de históricos. Pero otros, en cambio, se ganan el mismo cartel luego de transcurrido un lapso de tiempo incierto.
Claro ejemplo de ello fue el amistoso disputado el 5 de marzo de 1972 en Alta Córdoba entre Instituto y Argentino Central, un club hoy intervenido y que por aquellos años tomaba parte de los torneos de Primera B de la Liga Cordobesa.
Parecía un partido más de pretemporada, casi una práctica. De hecho, la Gloria utilizó al cotejo como banco de prueba de jugadores. Pero era mucho más que eso.
Un tal Aguilera
“Mirá, te doy un crack. Se llama Mario Kempes y si no hace un gol antes de los 15 minutos, devolvémelo”. Eduardo Tossolini, presidente del club Bell, de Bell Ville, trataba de convencer al directivo albirrojo Atilio Pedraglio, que “el Matador” era el hombre indicado para suceder a otro goleador bellvillense de gran paso por Alta Córdoba: Hugo
Curioni, transferido a Boca en 1970.
El dirigente tomó nota del jugador y de la cifra que pedía Bell por su pase: tres millones de pesos moneda nacional, unos tres mil dólares de la época, cifra muy alta para un jugador desconocido.
En la mañana de ese domingo 5 de marzo, un llamado telefónico a la casa de los Kempes avisó que Mario era esperado por la tarde para probarse en el amistoso con Argentino Central.
Con 17 años a cuestas, “Marito” sacó su boleto, soportó la ansiedad durante tres horas de viaje y llegó a Alta Córdoba junto a otros futbolistas que también esperaban ser evaluados.
El técnico albirrojo era Armando Rodríguez, quien reunió al grupo y pidió a cada uno que se identificara con nombre y procedencia. “Carlos Aguilera, de Bell Ville”, mintió “el Matador” cuando llegó su turno.
–¿No conoce a un tal Kempes que vive allí y dicen que es muy bueno? Piden una locura y creen que es un fenómeno.
–No señor, no lo conozco.
Mario optó por mentir para ganarse la oportunidad de mostrarse. Es que el técnico desconfiaba de la recomendación que le habían hecho.
Una leve “demora”
Un puñado de espectadores fue testigo del debut de quien seis años más tarde se consagraría campeón y goleador del Mundial ‘78. “Aguilera” fue destacado por la prensa como la figura de la cancha: le cometieron un penal y marcó un gol a los 27 minutos, “un poco más tarde de lo prometido” por Tossolini.
Pese a la “demora”, la incorporación de Kempes a Instituto se concretó en una breve negociación que postergó las aspiraciones de General Paz Juniors, que también había tentado al jugador.
Mario jugó tres partidos con identidad falsa. Un anónimo cronista de La Voz, entusiasmado después de verlo marcar dos goles ante Huracán (ganó la Gloria 6-1), le vaticinó porvenir: “Aguilera, el bisoño centrodelantero bellvillense de Instituto, en una actuación en donde puso en evidencia algunas aptitudes que pueden ser bien aprovechadas en el futuro, se convirtió en el más alto valor del quinteto ofensivo del dueño de casa”.
Con su nombre real debutó ante Belgrano por la Copa Neder Nicola. Esa tarde, Instituto goleó a los celestes 4-0 y Kempes volvió a sobresalir con otra performance para el recuerdo. Lo que vino después es historia conocida. Ese jugador de nombre falso hacía goles de verdad.
Fuente: La Voz
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