The Guardian publicó la historia de una silenciosa protesta a la vista de todos en cada partido: se trata de las marcas negras en la base de los postes de los arcos que denunciaba los crímenes de la Junta Militar.
A casi 40 años del Mundial de Argentina de 1978, se conoció que durante el mes que duró el campeonato hubo un mensaje que denunciaba los crímenes de la Junta Militar a la vista de todos. La revelación corrió por cuenta del periodista David Forrest, quien reveló que por aquellos días le llamó la atención que los palos de los arcos en el Monumental tenían la base negra.
Fue así como, en un viaje a la Argentina se encontraba con su mujer en una parrilla mientras hojeaba un libro de aquel Mundial. En eso, un mozo le preguntó por lo que estaba leyendo y él le mencionó el detalle de las marcas.
El camarero, entonces, le dijo que fuera al Monumental a preguntar. Cuando llegó a la cancha de River, Forrest habló con los encargados de mantenimiento y uno de ellos lo llevó a la utilería. «El canchero me acompañó a una habitación y me señaló las fotos en blanco y negro que estaban en la pared. Allí noté una sonrisa familiar y pregunté quiénes eran los de la foto. El canchero me dijo que era el equipo que trabajó en el estadio para el comité de organización, y si quería saber por qué pintaron los palos negros, tenía que preguntarle a ellos», relata el escocés.
«Me acerqué a la foto y reconocí a alguien familiar, mi corazón latía en mis oídos. Me di cuenta de que sí, el hombre en la foto tenía unos 40 años menos con un peinado salvaje como el de Lepoldo Luque, pero la sonrisa y los ojos eran sin lugar a dudas los del mozo de Don Julio. El canchero me dijo su nombre: Ezequiel Valentini».
Una semana después, volvió al restaurante ubicado en Palermo y cuando entró, Valentini se dio vuelta a ver quién entraba, «sus ojos y su sonrisa al reconocerme me comunicaron que él sabía por qué había vuelto». Y allí le reveló por qué pintaron la base de los palos de negro.
Ezequiel Valentini contó que nadie usó brazaletes negros en honor a los desaparecidos, pero ellos tenían una forma de recordarlos. «Discutimos poner un mensaje en el césped, o pintarlo en los carteles publicitarios, algo que las cámaras de TV pudieran ver». Pero expresarse bajo alguna de esas formas contra la Junta Militar era cometer un suicidio.
A uno de los compañeros de Ezequiel se le ocurrió pintar la base de los palos de color negro en representación de los brazaletes, pero primero había que avisarle a los militares de tal decisión. «Preguntaron para qué era y le dijimos que era tradición». Pasó, porque «no tenían ni idea de fútbol».
«La Junta situó sus centros clandestinos de tortura a la vista del público. Nosotros recordamos a nuestros muertos a la vista de todo el mundo. Como esos centros, nuestro acto de recuerdo estaba oculto a simple vista», concluyó Ezequiel Valentini.
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