El cartel fue un regalo que le hizo un psicólogo en una audiencia en la plaza de San Pedro y que el Papa decidió pegar el cuadro en la puerta de su habitación.
«Vietato lamentarsi (Prohibido quejarse)», con esta advertencia se ingresa el espacio de reposo del Papa argentino en el Vaticano
Debajo de la inscripción principal, explica que los transgresores están afectados por “un síndrome de victimismo con la consecuente disminución del humor y de la capacidad para resolver problemas”. Y asegura que la sanción “es doble si la vulneración es cometida ante la presencia de niños”.
Y concluye en el final: “Para volverse el mejor hay que concentrarse en las propias potencialidades y no en los límites, por lo tanto: deja de quejarte y actúa para hacer mejor tu vida”.
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