Roja, blanca y azul-celeste, los colores de la insignia que diseñaron estudiantes.
Tres franjas verticales, roja–blanca–celeste, y un sol dorado (pero sin «cara») en el centro albo. Casi «calcada» a la de Santa Fe, y, de lejos, parecida a la francesa. Así es la «nueva» bandera de Córdoba, presentada ayer tras un concurso de ideas en el que participaron 752 diseños, realizados por más de dos mil alumnos.
No es la primera insignia: la primera fue en 1816, cuando Córdoba estaba alineada con el movimiento federal que lideraba José Gervasio Artigas, el caudillo uruguayo. Se usó hasta 1820. La segunda, contemporánea, duró apenas unos meses: la aprobó la Legislatura en noviembre de 1986 y fue vetada por Eduardo Angeloz apenas comenzó el año ’87.
En la Casa de las Tejas están confiados en que con la nueva habrá una rápida identificación. Aunque nada quedará librado al azar: por ley, se enarbolará en todos los edificios públicos que dependan de la Provincia.
El primer colador de la selección redujo a 400 los diseños. Luego, con el ojo más afinado, la comisión seleccionadora dejó 64 en competencia. A la final llegaron 4: la ganadora y 3, cuyos diseñadores recibieron ayer sendas menciones de reconocimiento.
Esta vez, el gobernador no esquivó los micrófonos y opinó de la bandera: «Es una gran alegría que culminando el año del Bicentenario de la Patria nuestra Córdoba –una de las dos provincias junto a Catamarca que no tenía bandera propia–, haya elegido, a través de la participación de los alumnos, de los padres y de la comunidad, su propia bandera».
Además de «rescatar» el espíritu artiguista, la bandera fue elegida por su «identificación» con las insignias de Santa Fe y Entre Ríos, las otras provincias que junto a Córdoba integran la Región Centro.
El periodista Mariano Saravia, integrante de la comisión seleccionadora, explicó la simbología de los colores de la bandera: el rojo, la sangre derramada por los federales; el blanco, la pureza; y el azul-celeste, la patria.
Además, la silueta del «sol jesuita» (32 rayos –16 rectos y 16 ondulados–), adoptado también por los patriotas de Mayo, busca «homenajear» el legado que esa congregación católica dejó en Córdoba, donde sus obras (las estancias, el Monserrat y el edificio histórico de la Universidad Nacional) fueron declaradas, hace una década, Patrimonio de la Humanidad por Unesco.
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