Ocurrió en Wilde, partido de Avellaneda. Los delincuentes rompieron el cajero con una bomba hecha con un tubo de oxígeno que también reventó la pared de durloc y parte del hall central de la entidad bancaria.
Con un explosivo de fabricación casera destruyeron uno de los cajeros automáticos y se llevaron entre 300 mil y 500 mil pesos. Después, para cubrir la fuga, dejaron otro artefacto como señuelo en el lugar.
Todo ocurrió alrededor de las 3.30 de la mañana. La onda expansiva de la detonación fue tan fuerte que hizo caer parte del cielo raso y el sistema de calefacción de la sucursal del Santander Río.
La policía llegó porque se activó el sistema de alarmas, pero solo encontró vidrios rotos, el cajero destruido y un segundo artefacto, por lo que tuvo que intervenir la Brigada Antiexplosivos. Los ladrones ya habían logrado escapar y hasta el momento no fueron detenidos.
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