La ceremonia de beatificación se realizará este sabado sábado 25 de noviembre, a las 10, en el Centro Cívico del Bicentenario Brigadier General Juan Bautista Bustos, en la ciudad de Córdoba.
Nacida en 1823 en Córdoba, prolífica provincia de santos en la Argentina, creció en el seno de una distinguida familia con el nombre de Saturnina Rodríguez y Montenegro. Saturnina sufrió prematuramente la muerte de su madre y fue criada por su padre.
Vivió el regreso de los jesuitas a Córdoba tras su expulsión, con quienes realizó sus primeros ejercicios espirituales a los 17 años. Tanto le conmovió, que se comprometió con ellos para colaborar cercanamente, hasta la nueva expulsión de la compañía de Jesús por problemas con el gobierno de Juan Manuel de Rosas.
Si bien sintió un llamado a la vida consagrada, presionada y confundida contrajo matrimonio con un coronel viudo, padre de dos hijos. Los amó profundamente sin abandonar su vida espiritual. Fruto de su matrimonio incluso concibió una niña, que falleció trágicamente al nacer.
Después del fallecimiento del coronel Zavalía, en 1865, conservó con sus hijos del corazón una afectuosa y cercana relación. Y de esa experiencia maternal seguramente se nutrió para maravillosas actitudes que luego, ya como Madre Catalina, promovió como educadora y religiosa. Por ejemplo, en varios escritos, explican, Catalina nombra el chocolate como algo para celebrar y regalar. Los egresados de los colegios de la congregación de Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús fundada por Madre Catalina saben muy bien del valor del chocolate…
Con el apoyo de su primo el presidente de la Nación Santiago Derqui promovió el regreso de los jesuitas a su provincia, y cuando enviudó, retomó su inquietud por la vida consagrada. Ir a otro país para encontrar una familia religiosa acorde con su vocación, o iniciar un camino que podría estar lleno de tribulaciones.
Su discernimiento la llevó a crear un nuevo instituto, y tras algunos años de inmensas dificultades y dolor las Hermanas Esclavas del Sagrado Corazón comenzaron una rica labor reconocida y pedida en distintas partes del país. Fue la primera congregación femenina de vida apostólica de la Argentina.
Las Hermanas fueron muy importantes para apoyar la labor en la provincia del sacerdote José Gabriel del Rosario Brochero, quien las convocó para colaborar con él en Villa del Tránsito. 16 esclavas viajaron en mula hasta la villa que hoy es, probablemente, uno de los mayores regalos espirituales de la Argentina al mundo.
El Santo Cura Brochero llegó a expresarle en distintas cartas a la Madre Catalina, nombre que adoptó Saturnina para su vida religiosa, cuánto afecto le tenía, y cuánta confianza depositaba en las Esclavas para la atención de la Casa de Ejercicios y el Colegio para Niñas.
Cuando la Madre Catalina falleció, en la Pascua de 1896, cerca de 200 esclavas habían seguido su camino de consagración para la evangelización. Más de cien años después, sus hijas están presentes, además, en Chile, España y África.
El milagro producido por su intercesión aprobado es la curación de una mujer tucumana empleada de un colegio de las Esclavas, que sanó de un afección cardíaca sin explicación científica.
Fuente: aleteia
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