El avance de la mujer en la era moderna generó importantes retrocesos de la galantería masculina frente al sexo opuesto. ¿El hombre modificó su conducta, perdió sus modales de caballero o será la liberación femenina la responsable en invertir los roles de género en el tercer milenio?
Primer acto. La mujer llega casi arrastrándose a la puerta de su edificio, cargadísima con las bolsas del supermercado. En ese momento, observa que, de pronto, un joven que viene caminando de frente puede ser su salvación. El muchacho en cuestión le sonríe, agiliza el paso e inconcientemente le gana la posición: en lugar de acercarse para ayudarla, dobla a la derecha e ingresa primero en el mismo edificio donde vive ella, cerrándole involuntariamente la puerta delante de sus narices.
Segundo acto. Una señora lleva la mano vendada y acaba de sacar su boleto. El colectivo está lleno, y ella hace malabares para sostenerse con la mano lesionada. Ninguno de los hombres sentados advierte su vendaje y le cede el lugar. La mujer viaja parada…
Tercer acto. La chica está más cerca de los treinta que de los veinte. Después de varios años cargados de frustraciones amorosas, consideró que era el momento de recuperar el terreno perdido y por eso accedió a la invitación de ese muchacho que hace rato venía insistiendo con conocerla. El balance de la primera cita resultó aceptable: no fue ni aburrida ni deslumbrante. Cuando el joven propuso acercarla con su auto hasta la puerta de su casa, ella aceptó con gusto, pero al bajarse del vehículo y mirar hacia atrás, advirtió que el auto estaba «petrificado» con el chico incluido. En ese momento se puso algo nerviosa, pero luego entendió que él no se iba a ir hasta que no entrara a su casa.
La caballerosidad es un gesto que distingue a la naturaleza de hombre. Se trata de una actitud de galantería 100% masculina, que enaltece a las damas. Sin embargo, ese genuino acto de pleitesía y de nobleza, originado en la época medieval de castillos y de reyes, se encuentra severamente cuestionado por el universo femenino del tercer milenio.
¿Caballeros, machistas?
Ser caballero no necesariamente implica ser machista, sino que es un aspecto esencial de un hombre bien educado. No hace falta haber estudiado en las Universidades de Harvard, Oxford, La Sorbona o Cambridge, sino que la cortesía es un rasgo propio de la masculinidad que por lo general se lleva desde la cuna. Y si no fuera así, debería aprenderse lo antes posible, para demostrar a la sociedad que el hombre es educado, para evitar el ridículo ante el sexo opuesto.
Un caballero es todo aquel que se comporta como tal frente a una dama. Algunos de los actos de cortesía más significativos van desde cederle el asiento y abrir/cerrar la puerta del coche, pasando por llevarle los bultos o cualquier objeto pesado, caminar tomándole el brazo si es que la mujer usa tacos altos, o hacerlo del lado del cordón de la vereda con el fin de protegerla; hasta entregarle su abrigo si siente frío, abrirle y sostenerle la puerta para su ingreso/salida de un determinado lugar, entre tanta galantería.
Paulyn es ingeniera y trabaja en una compañía petrolera, un ámbito más asociado al mundo del traje y corbata o al del overol que al de las faldas. «Con ellos tengo mejor relación a nivel amigos. Pero se descolocan, y encima en su mayoría son grandes. Cuando estás en la puerta, los mayores de 40 te dejan pasar primero pero los que tienen menos de 30 no lo hacen», se queja como una dama.
Los tiempos cambian al ritmo de las sociedades, pero lo que un hombre jamás debe hacer es renunciar a comportarse como un señorito inglés. Sin embargo, la falta de caballerosidad se encuentra en el podio de los reclamos que las mujeres vienen manifestando en el tercer milenio.
El universo femenino es consciente de notoria ausencia de caballerosidad en los hombres, especialmente en adultos menores de 30. Por eso, se sienten maltratadas e infravaloradas por modales repudiables de ciertos hombres, quienes les brindan un trato igualitario como si fueran pares.
Pero hay otras que se mantienen realmente frías como un témpano ante un determinado acto de caballerosidad, como si nada hubiese ocurrido. Es decir, ni siquiera se dan cuenta de ese gesto masculino o en el peor de los casos, la delicadeza de devolver el gesto con una sonrisa de mujer. Muchas veces, decir simplemente «gracias» brilla por su ausencia.
«Antes, la caballerosidad marcaba cierta distancia y diferenciaba los roles de la mujer del hombre, con límites muy claros. Esos gestos siguen siendo bien apreciados si están acompañados por una idea degradante», afirma la psicóloga Carla York.
El quid de la cuestión
¿La falta de caballerosidad es responsabilidad absoluta de los hombres, o las mujeres están involucradas con la pérdida de los modales masculinos frente a una dama?
La señora Eugenia de Chikoff saltó a la fama en el programa de Antonio Gasalla por educar a millones de televidentes brindando lecciones de Cultura Social, buenos modales y cortesía. Desde hace ocho años, ofrece cursos de Protocolo y Ceremonial en el Centro de Estudios Técnicos y Administrativos Empresariales (CETAE)
Si bien se define como antifeminista, la elegantísima hija del Conde Chikoff de Rusia describe la situación: «la culpa era del hombre por ser machista al exceso, pero al darle liberación a la mujer y no comprender el monstruo colosal que tenía a su lado, con el tiempo la mujer lo superó».
Además, la distinguida señora agregó: «la mujer ha tomado el toro por las astas, ha tomado tanto vuelo porque durante muchos siglos estuvo bajo dominio del machismo absoluto. Pero las mujeres progresaron de una manera vertiginosa y hoy se encuentran en el exceso del feminismo. Es por eso que ahora el hombre no se levanta del asiento porque dice ‘si estás a la vanguardia de todo y si sos un hombre en la sociedad, quedate parada’. Este el resultado del atropello si es que el hombre no recibió educación. La primera educadora es la mamá y es la que le enseña a respetar, porque la madre es su primer amor. Entonces, como no van a respetar a la mujer?».
El avance femenino en la sociedad data desde principios del siglo XX, nada menos que en el bautismo de la Torre Eiffel: por primera vez las mujeres fueron incitadas por sus maridos para probar café, fumar cigarrillos y usar pantalones en el año 1900.
Desde entonces y hasta estos tiempos, fueron ganando cada vez mayor espacio en la sociedad machista. Ya no están tanto tiempo en la casa, sino que las mujeres adquirieron tanta independencia que en muchos casos se invierten los roles.
Para la condesa Chikoff, que además dicta clases de Protocolo y Ceremonial en aulas con mayoría de mujeres, la poca caballerosidad existente se debe al poco respeto del sexo débil hacia el más fuerte. «Hay que dejar al hombre en su lugar, porque él tiene que mandar en el hogar, tiene que darle las pautas a sus hijos. Vuelvan a colocarlo en el trono, a respetarlo y a no recriminarle nada».
Más allá de que la queja existe, hay mujeres que reconocen que el hombre ha dejado de ser caballero como consecuencia de la liberación femenina.
«Las mujeres somos inconformistas: perdimos la femineidad ante determinadas cosas. O somos la boluditas para pedir ayuda o queremos hacerlo todo solas», reconoce Paulyn.
«La culpa no es del chancho sino del que le da de comer. Las mujeres se regalan y en muchos casos se desubica con el que les da pie. Por eso el hombre se aprovecha y trata a todas por igual», confiesa Laura Seh, una DJ que todos los fines de semana entrega alegría con su música electrónica que pasa en los boliches, el lugar predilecto de la falta de modales masculinos y del recíproco histeriqueo.
La caballerosidad se está perdiendo a través del tiempo, y las culpas están divididas. Por más que la mujer avance, deberá dejarle su lugar de pertenencia. Compartir los roles sin invertirlos es la clave de las relaciones en el mundo moderno con el sexo opuesto.
«La mujer se confundió porque queremos hacer lo mismo que los hombres y nos olvidamos que somos mujeres y no somos iguales. El mismo tipo sale con una mina que la ve como un gato y no considera su gesto de caballerosidad, no quiere invertir en esa mujer. Y si sale con un mina que le encanta cambia la actitud que le da otro valor a la mujer», dispara York.
La mujer es superior al varón y actualmente toma las riendas de los mandatos sociales. Son muchísimo más inteligentes, pero avanzaron tanto en este tiempo que descuidaron el rol de los hombres. «Perdieron femeneidad, seducción y misterio, pero si vuelven a ser femeninas volverás a ser la pantera negra», agrega la condesa de Chikoff.
A pesar de la falta de tacto o de ciertas actitudes que descolocan al mundo femenino, hay que remarcar que los hombres llevan el don de los afectos porque son criados por sus propias madres, y esa maravillosa herencia que reciben simboliza la eterna protección al séxo débil.
Sólo la sabiduría y astucia femenina son capaces de detectar a ese niño que los hombres llevan adentro y en caso de descubrirlo, tendrán un caballero para siempre
Comentar post