La cosecha argentina de soja del ciclo 2017/18 será de 37,6 millones de toneladas, muy lejos de los 55 millones obtenidos en la temporada anterior, debido a fuertes pérdidas causadas por una extensa sequía. Es la menor producción desde el ciclo 2008-2009.
En conferencia de prensa para difundir las primeras estimaciones oficiales para la temporada 2017/18, el ministro de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere dijo que la producción de maíz -en la que el Gobierno incluye al cereal destinado a forraje- será de 42 millones de toneladas, desde los 49,5 millones recolectados el año pasado, desplazando a la soja como primer cultivo local tras dos décadas.
En comparación con las proyecciones iniciales del Gobierno, que no habían sido informadas públicamente, las cifras implican una caída del 29 por ciento en la cosecha de soja y del 18 por ciento en la producción de maíz como consecuencia de la sequía, según un documento de la cartera agrícola difundido el jueves.
“Fue el período de lluvias, en diciembre, enero, febrero y marzo, con menos lluvias de los últimos 50 años”, dijo Luis Urriza, subsecretario de Agricultura de Argentina, que también participó en la conferencia, y añadió que, además de las sequías, se debe a que la siembra bajó de 18 millones a 16,5 millones de hectáreas.
Mientras tanto, según el reporte semanal de cultivo que la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) publicó el jueves, hasta el miércoles los agricultores habían recolectado el 39,6 por ciento de la soja 2017/18, cuya producción estima en 38 millones de toneladas.
Con respecto al maíz de uso comercial -sin incluir el grano que será usado como forraje-, la BCBA prevé que la cosecha alcanzará los 32 millones de toneladas y dijo que los productores habían trillado el 29,5 por ciento del área implantada
Argentina es el tercer exportador mundial de soja y maíz y el principal proveedor global de harina y aceite de soja. La falta de agua que azotó a los cultivos prácticamente desde el inicio de la temporada ha impulsado los futuros de la oleaginosa en el mercado de Chicago.
Las previsiones de una menor cosecha argentina también han llevado a compradores locales -que procesan el grano y lo embarcan al resto del mundo- a realizar inusuales importaciones del grano de Estados Unidos.
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