La designación de Lagarde se tomó luego de largas negociaciones en Bruselas, por parte de los lideres de la Unión Europea y ocupará el lugar que mantuvo Draghi luego de ocho años de mandato.
Lagarde será la segunda persona de origen francés que ocupa la poltrona del BCE y el cuarto presidente de la entidad, tras los mandatos del holandés Wim Duisemberg, Jean Claude Trichet y el actual Mario Draghi.
Al mudarse de Washington a Frankfurt, Lagarde tendrá la tarea de impulsar la política monetaria en una comunidad de 19 naciones que utiliza el euro como moneda y que Draghi ya ha señalado que necesitará más ayuda, probablemente en forma de tasas de interés más bajas y posiblemente con la reanudación de la flexibilización cuantitativa.
La inflación está en apenas la mitad del objetivo del BCE de un poco menos del 2% a pesar de los años de tasas negativas y 2,6 billones de euros en compras de bonos.
Es probable que los inversores apuesten a que, como un luchador de crisis experimentado, Lagarde compartirá el gusto de Draghi por una política monetaria agresiva e innovadora.
La semana última, Lagarde describió a la economía mundial como un «punto difícil» y aconsejó a los bancos centrales que sigan ajustándose.
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