Al menos doce misiles cayeron en la noche del martes en las bases militares estadounidenses de Ain al Assad y Erbil, ubicadas en Irak, ataque reivindicado por la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán.
El ataque ocurrió luego de que grupos armados proiraníes de Irak prometieran unir fuerzas para responder al asesinato de Qasem Soleimani, general de alto rango, realizado por un dron estadounidense el pasado viernes en Bagdad. Su muerte provocó un continuo intercambio de amenazas entre Washington y Teherán y al menos tres ataques a blancos estadounidenses en Irak.
Desde la Casa Blanca indicaron que Donald Trump estaba “monitoreando” lo ocurrido en la base militar y se realizó una reunión con el Consejo de Seguridad Nacional. El portavoz del Pentágono, Jonathan Hoffman, confirmó el ataque y dijo que no está claro si hay víctimas.
La base aérea de Al Assad se encuentra 200 kilómetros al oeste de Bagdad y es la mayor base estadounidense en Irak, mientras que la de Erbil está ubicada al norte del país, en la región kurda.
“Les advertimos a todos los aliados estadounidenses, que le dieron sus bases a su ejército terrorista, que cualquier territorio que sea el punto de inicio de actos agresivos contra Irán será atacado“, indicó el comunicado de la Guardia Revolucionaria iraní, según la agencia AP.
Tras el ataque, cazas iraníes se dirigieron hacia la frontera con Irak para contrarrestar cualquier posible represalia estadounidense, informaron fuentes de la provincia del Kurdistán.
En las bases atacadas se alojan unos 1.500 soldados estadounidenses y asesores de la coalición internacional que luchan contra el Estado Islámico (EI). A pesar de que este sábado la coalición suspendió sus entrenamientos, Estados Unidos no retiró sus tropas y envío más soldados a Kuwait, desde donde Washington coordina sus operaciones a Irak y Afganistán.
Este domingo, luego de que Trump amenazara con atacar 52 objetivos iraníes, Irán aseguró que analiza hasta 13 escenarios distintos para su venganza por el asesinato de Soleimani. Mientras tanto, en Teherán cerca de un millón de personas despidieron en las calles a Soleimani, quien fue jefe de la Fuerza Qods, una de las fuerzas que integra la Guardia Revolucionaria.
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