Pablo Schoklender pasó su segunda noche en la cárcel de Ezeiza. «Está entero y de buen ánimo», dicen sus allegados. Ayer se reencontró su novia, Noelia Garay. Y lo visitaron sus amigos, aunque no todos lograron verlo.
Quiere que le lleven fotocopias de la causa cuanto antes para poder defenderse. Promete contar lo que pasó dentro de la Fundación Madres de Plaza de Mayo y mencionar a todos los involucrados, incluso a funcionarios.
En su declaración ante el juez Oyarbide, a la que accedió Clarín, el menor de los hermanos dio detalles de un supuesto encuentro en la casa de Hebe de Bonafini, junto a varios testigos, la mayoría imputados en la causa. «En ese momento saca (Hebe) una botella de whiski (sic) y decide brindar por la destitución de Sergio y seguidamente saca una libretita donde tenia anotadas varias instrucciones a seguir entre ellas el pago a Pocho (jefe de seguridad), de $ 150.000, y a la consultora Doris Capurro de $ 500.000», describió Pablo.
Al día siguiente de ese encuentro en La Plata, según su relato, fue convocado otra vez y recibió la orden de «venderle» a su hermano un valioso terreno en la provincia de Chaco para que no «haga quilombo público».
Estaba presente el abogado Hugo Gallardo.
«Nosotros nos oponíamos pero ella dijo que si con eso se calla, désenlo y listo».
La operación se hizo en una escribanía. «Dado el nivel de confrontación que teníamos con Sergio tuvieron que disponer de oficinas totalmente distintas», contó.
El terreno en cuestión, en la ciudad de Barranqueras, había sido adquirido por el ex apoderado a fines de 2010, pero quedó a nombre de Pablo.
Para Sergio era un lugar clave.
Allí tenía pensando instalar una de las cuatro fábricas de su empresa Meldorek. El acuerdo entre los hermanos existió e incluía varios puntos.
Pero no hubo venta ni movimiento de dinero.
A cambio del terreno, valuado en más de 4 millones de pesos, Sergio «pagaría» con un departamento donde dormían las Madres, tres camionetas y algunos paneles. Todo estaba a nombre de Sergio pero pertenecía a la Fundación.
En menos de una semana, el acuerdo se rompió.
Un año después, las tierras quedaron en manos del gobierno del Chaco. En su declaración, Pablo mencionó varias veces a la titular de las Madres. No fue casual.
«Yo no era quien tomaba las decisiones ni el que decidía el destino del dinero», aseguró. También alcanzó a explicar el circuito de dinero. Casualmente o no, mencionó al secretario de Obras Públicas José López y a Abel Fatala, un hombre que estuvo muy vinculado a la Fundación (tenía dos funcionarios trabajando full time en una oficina) y que sigue monitoreando las obras en manos privados o cooperativas. Dio del nombre de Malena Galmarni, la esposa del intendente de Tigre, como uno de los tantos funcionarios que certificaban las obras.
Pablo quiere volver a declarar. ¿Hasta donde llegará? Tiene más cosas para contar. Por ejemplo, quién fue el funcionario que lo amenazó a través de un tercero cuando iba a entregarse. Para la Justicia, es organizador de una asociación ilícita destinado a defraudar a las Madres. El jefe su hermano Sergio, está detenido a pocos metros de su celda.
Fuente: Diario Clarín
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