Científicos británicos descubrieron el primer ejemplo de un gusano parasitario que cambia el color de su huésped para evitar ser devorado.
El nemátodo (Heterorhabditis bacteriophora) es un usurpador de cuerpos que ataca a las larvas enterradas en el suelo.
Una vez dentro de ellas licua su órganos y se alimenta del caldo, haciendo que la oruga cambie eventualmente a color rojo.
El nemátodo emplea esta táctica para engañar a sus depredadores, como las aves, y así evitar que se los coman.
Pesticida eficaz
El parásito ataca específicamente a los insectos y, es tan efectivo, que se vende como pesticida.
Pero aunque se utiliza ampliamente con este fin, hasta ahora los científicos no entendían porque los nemátodos cambian el color de su huésped tan radicalmente.
Pero Andy Fenton, y su equipo de investigadores de la Universidad de Liverpool, en el Reino Unido, que han estado estudiando el comportamiento de este parásito durante 12 años, concluyeron que la explicación es muy sencilla.
«Los nemátodos mueren si se comen a su huésped», explica Fenton.
«Por eso resulta lógico que un cambio de color dramático pueda ser una señal de advertencia para sus depredadores. Y es sabido que el rojo es un color que se utiliza para hacer una advertencia», añade el científico.
Mejor muerto que infectado
Para comprobarlo, con ayuda de sus colegas de la Universidad de Glasgow el equipo de Fenton desarrolló un experimento para poner a prueba las respuestas del petirrojo silvestre ante la presencia de una larva de la polilla de la cera infectada y otra no infectada.
Y descubrieron que los petirrojos preferían las larvas no infectadas.
A lo largo de varios experimentos, los investigadores observaron cómo las aves se acercaban, y, en algunos casos, tocaban a las larvas infectadas para, finalmente, desecharlas.
A medida que los gusanos se iban tornando más rojos, las aves los iban dejando de lado.
«Nos sorprendió que los resultados sean tan evidentes, sobre todo cuando comparamos insectos infectados con los que estaban muertos desde hace rato», comentó Fenton.
«Pensamos que los pájaros no se interesarían por las orugas muertas, pero preferían esas y no las infectadas», añadió el científico.
Además, el equipo cree que los gusanos infectados pueden tener un olor particular que espanta a las aves.
Comentar post