La repetición de casos de lipotimia de Cristina Fernández de Kirchner comienza a preocupar a sus colaboradores, creen que la Presidenta podría presentar un caso de estrés. Suena lógico teniendo en cuenta la cantidad de horas de trabajo, la presión, y la pasión con la que encara cada cosa.
El viernes, luego de dos días de reposo, la mandataria volvió a mostrarse en un acto público en la Casa de Gobierno con el fin de rendir homenaje por los 179 años del alzamiento de Antonio “El Gaucho” Rivero en las Islas Malvinas. Pero hay una segunda lectura, y la hacen en el propio entorno presidencial, que es corta y sencilla: “Hay que mostrar una Cristina fuerte”.
“Los adelantados”, ese grupo de la custodia presidencial que llega a todos lados, antes de que lo haga la comitiva oficial para vigilar que esté todo en orden, se enteraron en Santa Cruz que Cristina no iba a participar el viernes en un acto en la localidad de Piedrabuena, a unos 240 kilómetros de Río Gallegos. Hasta allí iba a llegar para un acto por la fundación de esa ciudad y donde tenía pensado hablar sobre la política energética y la construcción de dos represas en el área.
En su lugar fue el vicepresidente Amado Boudou que aprovechó la banda de música del Regimiento de Granaderos a Caballo para cantar Arde la Ciudad, del grupo musical La Mancha de Rolando. Los uniformados también habían sido convocados para el acto en el que tendría que haber estado Cristina.
Durante éste, antes de cantar con los Granaderos, Boudou pidió “cuidar este modelo, y a la Presidenta para que muchos años más, ella siga al frente de los argentinos”. Tal vez, el vicepresidente leyó el manual que difunden por estos días algunos sectores del oficialismo que buscan instalar una reforma constitucional que contemple la re-reelección indefinida presidencial.
Pero también es posible, como ya sucedió en otras ocasiones, que el subconsciente haya traicionado al imputado vicepresidente. ¿Boudou se refería a la salud de Cristina? ¿Había algo que lo preocupaba además de la causa de la ex Ciccone? Lo cierto es que para el kirchnerismo la salud presidencial es un secreto de Estado, postura que se demostró con el ex presidente Néstor Kirchner.
Habrían sido los integrantes de la Unidad Médica Presidencial (UMP) quienes recomendaron que la mandataria no viajara y extendiera sus horas de descanso. “La hipotensión arterial suele ser un signo físico que muy pocas veces traduce una enfermedad grave o implica un alto riesgo”, explicó Daniel Flichtentrei, médico cardiólogo, director de editorial Intramed. Y agrega que “con las condiciones predisponentes muchas situaciones pueden operar como gatillos o desencadenantes. Las más frecuentes son las que producen agotamiento físico o mental”.
Cerca de las 21, médicos de la Clínica Fleni de Belgrano recibieron la orden de reservar una habitación para la Presidenta. Los enfermeros prepararon un despliegue para la ocasión, pero todo quedó en la nada.
Dos fuentes habían coincidido con el mismo relato. La encargada de prensa de Fleni, Carolina Frade, para que confirme o desmienta la información: “No estoy al tanto de que hayan pedido una habitación, pero si lo supiera no lo diría”. Así fue la respuesta.
Ayer el director médico de la fundación Fleni, Claudio Pensa, envió un escueto comunicado en el que la prestigiosa clínica “desmiente que se haya recibido una solicitud de reserva de habitación en el Instituto para la Sra. Presidenta de la Nación Dra. Cristina Fernández de Kirchner, como asevera la publicación realizada por el diario Perfil en el día de la fecha”. La lipotimia no es grave, aseguran los médicos consultados por PERFIL, pero puede conducir a desmayos como consecuencia de una breve pérdida del suficiente oxígeno que debe llegar al cerebro por una leve disminución del aporte sanguíneo. Una seguidilla de casos enciende una alarma; el estrés primero y los problemas cardíacos después, aunque en este último caso se da sólo en el cinco por ciento de los casos. El doctor Luis Buonomo es el director de la UMP y amigo personal de la familia Kirchner desde hace años, él sabe que desde hace tiempo la baja presión de la Presidenta dejó de ser una cuestión del verano y pasó a convertirse en su talón de Aquiles.
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