EN RESPUESTA A LA MULTITUD, MUBARAK DESCARTO BUSCAR LA REELECCION, PERO NO RENUNCIO.Una enorme multitud que los observadores calcularon entre cientos de miles y dos millones de personas reclamó la salida de Mubarak, que quiere seguir hasta septiembre. Completo rechazo opositor.
Después de 30 años en el gobierno, el presidente Hosni Mubarak tuvo que empezar a ceder a la presión de la calle. El mandatario egipcio debió anunciar ayer que no participará de las próximas elecciones que se celebrarán en septiembre. «Ya he servido a Egipto durante demasiado tiempo, pero seguiré en esta tierra hasta mi muerte. La historia me juzgará por mis méritos», dijo el gobernante de 82 años. Esa fue su forma de responder a una movilización masiva que congregó a cerca de un millón de personas en las calles egipcias, al grito de «Fuera, Mubarak». Los manifestantes no se quedaron contentos con los anuncios del gobernante. Y el aliado del veterano gobernante, Barack Obama, se comunicó con él y minutos después, desde una conferencia de prensa, pidió una transición ordenada que empiece ahora.
Cerca de las 23 hora local hizo su aparición Mubarak. «Nunca pensé en presentarme para la reelección», lanzó el hombre que gobierna con puño de hierro desde 1981. En su segunda aparición pública desde el viernes, Mubarak volvió a tratar de exhibir una actitud de apertura y a criticar a los opositores que no quisieron dialogar mientras él siga en el Ejecutivo. También remarcó que su invitación al diálogo todavía está en pie. «Usaré los meses que me quedan en el poder para cumplir con las demandas de la gente», dijo, al tiempo que miles de egipcios seguían acampanado y desafiando el toque de queda que se extenderá hasta las 8 de esta mañana. Frente a las sostenidas protestas, el mandatario que en los últimos días nombró un vicepresidente y un premier tuvo que reconocer que los ciudadanos, especialmente los jóvenes, tienen el derecho de manifestarse pacíficamente –en un país en donde se prohíbe ese derecho–. Aunque se le filtraba el estilo autoritario cuando disparó: «Esas protestas estuvieron manipuladas por las fuerzas políticas». Mubarak planteó en su discurso que las protestas de los últimos días demandan a la ciudadanía una elección: el caos o la estabilidad, que él mismo podría aportar.
Sea como fuere, la población no escuchó lo que venía pidiendo hace más de una semana: la salida de Mubarak del poder y por ello respondió con abucheos y cánticos desde la famosa plaza Tahrir. Pero sí escuchó de boca de Mubarak la apelación al Congreso para que se modifique la Constitución y se puedan presentar en los próximos comicios los candidatos independientes. «Pido al Parlamento que se comprometa a acelerar las elecciones, de manera tal que satisfaga las esperanzas del pueblo», pasó la pelota Mubarak. Y además les encomendó a los parlamentarios que persigan a los corruptos y a los responsables de los saqueos y de los actos vandálicos que en los últimos días sacudieron al país. «Le pido a Dios que me ayude», se encomendó Mubarak.
En la calle, se quejaban porque lo dicho por el gobernante les sonaba a un libreto conocido. Lo mismo dijeron los grupos opositores. El Premio Nobel y opositor Mohamed El Baradei dijo que los anuncios de Mubarak sonaban a «truco» para perpetuarse en el poder. Además, El Baradei recordó que la exigencia de los manifestantes era que Mubarak abandonara el cargo y dejara el país antes del viernes. También, el ex titular de la agencia nuclear de la Organización de Naciones Unidas (ONU) adelantó que si Mubarak abandona voluntariamente su cargo, será enjuiciado. «No creo que quiera ver más sangre», agregó. El Premio Nobel declaró a la cadena Al Arabiya que el mandatario debe irse para que los opositores se sienten a negociar con Omar Suleiman, el vicepresidente designado el sábado por el mandatario. «Puede haber diálogo pero tiene que ocurrir después de que las demandas de la gente sean cumplidas y el primero de esos reclamos es que se vaya Mubarak», remarcó. Toda la oposición egipcia llegó a un acuerdo, incluida la principal fuerza contraria al régimen de Mubarak, los Hermanos Musulmanes. Los opositores están aglutinados alrededor de cuatro puntos: la salida de Mubarak, la disolución del actual Parlamento, la sanción de una nueva Constitución así como la creación de un gobierno de transición, publicó el diario español El País.
Como era de preverse, el principal aliado egipcio, Estados Unidos, tuvo que mover el tablero. Anoche Obama pidió cambios ordenados (ver aparte). Al tiempo que debió enviar a un ex embajador en El Cairo, Frank Wisner, para sugerirle a Mubarak que ensaye una salida honrosa, según informó el diario The New York Times. Todo aparenta que Mubarak estaría siguiendo al pie de la letra la sugerencia norteamericana. Otro que tuvo contactos con los enviados de Obama fue El Baradei. La actual embajadora norteamericana en la capital egipcia, Margaret Scobey, se reunió con él para explicarle que Washington apoya una «transición ordenada», del gobierno autoritario que Mubarak construyó en los últimos treinta años, a un régimen democrático. Las conversaciones fueron confirmadas por el vocero del Departamento de Estado, Philip Crowley.
Más allá de las discusiones palaciegas, la jornada estuvo marcada por la explosión social. Cerca de un millón de personas tomaron las calles para pedir la inmediata salida del gobernante de 82 años. «Si Mubarak se va, yo vivo», dijo un muchacho egipcio a la cadena Al Jazeera. Las protestas tuvieron lugar en la capital, en Sinaí, en Alejandría, en Suez y en las ciudades más importantes de Egipto. «Se va, nosotros nos quedamos», cantaban miles en la plaza céntrica Tahrir. Mientras la gente sigue desafiando el toque de queda la represión parece acrecentarse. La alta comisionada de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Navi Pillay, estimó ayer que unas 300 personas fueron asesinadas en los ocho días en que la agitación se apropió del país norafricano.
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