Cómo es la vida de Boudou post Ciccone, cambió su rutina por los escraches. Su relación con Kämpfer y la desagradable escena que vivió su padre
Ahora, su nuevo rol se limita a asentir con la cabeza cada una de las frases de la Presidenta. Defiende al modelo en alguno que otro acto oficial irrelevante, y preside las sesiones en el Senado. Y no mucho más que eso.
El estallido del escándalo de la ex Ciccone, que lo tuvo como protagonista central, marcó el inicio del declive político de Amado Boudou. Desde ese momento, pasó de ser uno de los principales candidatos a suceder a la Presidenta en el 2015 a convertirse en una especie de desmayado político, por eso de que en política “no hay muertos, sino desmayados”.
Para colmo, en la última semana, desde su entorno –y no desde los medios– se empezaron a ventilar versiones sobre un supuesto quiebre en la relación con su novia, la periodista Agustina Kämpfer. Quiebre que fue desmentido vía Twitter por la joven tras una nota del diario Perfil que reflejó esos rumores. “Otra mañana de información seria”, escribió el sábado 27 de octubre en la red social, y ilustró el tweet con una foto sonriente junto a su pareja con el diario en sus manos. Minutos antes, había pedido vía email un ejemplar de Perfil y la revista Caras al kiosco ubicado a metros de su departamento, en Puerto Madero.
Pero a esa altura, el deterioro político y personal del vicepresidente ya era imposible de desmentir.
¿Amado? Todavía investigado por la Justicia por su participación en el escándalo de la ex Ciccone y por supuesto enriquecimiento ilícito –también quedó en la mira su novia–, Boudou sintió el golpe. No solo fue freezado por la Casa Rosada –aunque de a poco la Presidenta comienza a rescatarlo del congelador–, sino que su entorno sufrió fisuras.
Con su socio José María Núñez Carmona, por ejemplo, hubo algunos pases de facturas.
Indicado por los laderos del vice como uno de los ideólogos del desprolijo desembarco en la imprenta, a “Nariga” se lo vio en los últimos días en Mar del Plata, de visita en la oficina de uno de los contadores de Boudou, Eduardo “Baba” Dehaut, con unos cuantos kilos de más. Igual que el vice, que arrastra en la genética un subibaja constante en su peso.
La rutina de Boudou también sufrió tropiezos. Ya no puede comer seguido en Happening, en Puerto Madero, por temor a los insultos y escraches. Su hermano Sebastián, el menor, emigró hacia Italia, aunque Juan Bautista, el del medio, sigue a su lado y frecuenta seguido su despacho del Senado.
Pero tal vez el mejor retrato de la triste balada de Boudou es la desagradable escena que vivió su padre, Amado Rubén. Fue semanas después de destapado el escándalo de la ex Ciccone, en invierno de este año, en una tintorería en Puerto Madero. Cuando el empleado vio el apellido de la prenda que retiraba el hombre, le preguntó si era familiar del vicepresidente: “¿Usted es algo de ese delincuente?”.
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