Una pareja se casará en el Cosquín Rock luego de conocerse en el 2008, Tamara y Marcelo
El verdor serrano y el máximo esplendor del reinado del sol funcionan como excelentes motores del romance. Si a eso le sumamos una buena banda sonora rockera, el resultado puede ser aun mejor. Es por eso que, si pudiéramos contabilizar los romances de duración variada que nacieron rodeados por la música en el Festival Cosquín Rock, seguramente la lista sería larga.
Uno de esos amores, que terminó escribiendo una historia sólida, es el de Tamara y Marcelo. En el 2008, mientras disfrutaba de unos días de diversión en el Cosquín Rock, a Marcelo le presentaron a la prima de una amiga. Hubo chispa, comenzaron a salir y, poco tiempo después ya estaban viviendo juntos.
Ahora, cinco años después, Tamara y Marcelo eligieron hacerle honor a ese cálido recuerdo eligiendo al festival rockero como marco para sellar la pareja con el paso supremo: el casamiento. Así, el sábado 9 de febrero, en la primera jornada de la edición 2013 del Cosquín Rock, ambos subirán al escenario a las 19 para contraer matrimonio con el público como testigo.
Así, no solo le darán a su boda el toque descontracturado que siempre quisieron para ese momento especial, sino que de paso estarán una vez más renovando una cita que ya es tradición para los dos. Es que, luego de aquel primer encuentro, el Cosquín Rock recibió a Tamara y Marcelo varias veces como parte de su público.
«Vamos juntos, pero por ahí cada uno se va por su lado porque queremos ver bandas diferentes», cuenta Tamara. Marcelo agrega que este año, al igual que los dos anteriores, ya tienen alquilada una casita en Santa María de Punilla, la localidad serrana donde se ubica el predio en el cual se realiza el festival. «Somos 12, nos juntamos ahí. Yo saco la entrada sin ver quién toca. Voy porque me gusta comer un asado, juntarme con amigos… ¡y si toca una banda, mejor!», ilustra sonriente.
Un chiste serio. «Ni siquiera creo que nos lo preguntamos. Fue una idea que fue surgiendo hace un par de años y empezó siendo como un chiste», cuenta Tamara recordando cómo la pareja empezó a germinar la idea de casarse en el Cosquín Rock. «Pero luego nuestros amigos empezaron a decirnos que era una buena idea, y un amigo de Marcelo nos hizo el contacto con José Palazzo. Nos atendió muy bien, de entrada nos dijo que sí. Creo que sus primeras palabras fueron ‘chicos, ¿en qué los ayudo?’. Y así se fue dando».
Pero, al momento de sumergirse en el Registro Civil, el camino se llenó de rocas. «Fue muy complicado y lo sigue siendo. No pensamos que fuera a ser así», declara Tamara. «Fuimos a hacer el trámite normal, como cualquier persona que planea casarse. En el momento que dijimos que iba a ser ahí en el Cosquín Rock, la secretaria que nos atendió nos dijo directamente que no, que no podía ser. Alegaban que había que pedirle permiso a la directora porque el acto no era solemne». Como explica Marcelo, «fue ‘¡Ah, qué lindo, se van a casar! ¿Dónde?’. ‘En el Cosquín Rock’. ‘Ah, no, no se puede’. Pensaron que, entre esos miles de personas que van a estar viendo el casamiento, alguien iba a gritar ‘¡gorriado!’ (risas)».
«Nos trataron bien, incluso la misma directora del Registro», aclara Tamara. «Pero la persona que está por debajo de la directora nos trató muy mal, como si estuviéramos locos. Hicimos notas solicitando permiso, y cuando nos volvieron a decir que no, hicimos un recurso de reconsideración. Por una cuestión de que entró la feria judicial no alcanzamos a hacer un recurso de amparo. Llegamos incluso a buscar contactos políticos. Creo si hay una conquista buenísima como el matrimonio igualitario, una pareja también debería poder más allá de su orientación sexual, casarse donde quiera», reflexiona.
Así, en el Registro Civil alegan, por ejemplo, que una boda en el marco del Festival Cosquín Rock no sería correcta porque los que asistan van a tener que pagar una entrada. «¡Si el casamiento se hiciera en un salón también deberían pagar una tarjeta!», remarca Tamara, mientras Marcelo opina que «por ahí tienen miedo de abrir una puerta que no van a poder cerrar nunca más, porque si dicen que sí, después va a aparecer gente que va a querer casarse en el entretiempo de un partido de fútbol, por ejemplo».
Pero, de todas formas, la pareja tiene un plan B. En el caso de que se les niegue la posibilidad de hacer la ceremonia civil sobre el escenario, Tamara y Marcelo piensan casarse legalmente un par de horas antes de subir a las tablas, y conseguir a una persona que realice un oficio ya respaldado por la firma del juez una vez que estén frente al público.
De hecho, Marcelo está más que amigado con esa idea. «Estaría bueno, porque la cosa no sería tan legal arriba del escenario. ¡Creo que si me dijeran que no, me harían un favor!», declara entre risas. Y es que, después de todo, lo que a ellos realmente les importa no vive en las formalidades. «La firma para nosotros es lo mismo, lo que nos importa es lo simbólico de hacerlo ahí. Si no, lo haríamos en cualquier lado», cierra.
Fuente: Día a Día
Comentar post