Un bebe argentino, protagonista de la foto que dio la vuelta al mundo, se llama José María y el Papa lo besó y bendijo el día de la asunción; su madre, que viajó especialmente desde Buenos Aires, impulsa la beatificación de una mujer jesuita
ROMA.- La foto dio la vuelta al mundo: Francisco, por primera vez arriba del Papamóvil, recorre entre vivas la Plaza San Pedro y con ternura besa a un bebe que manos anónimas le alcanzan desde la multitud.
Por esas casualidades del destino, ese bebe, el primero que besa ante los ojos del mundo el papa Bergoglio, es argentino. Se llama José María Bossa Sánchez Sorondo y tiene un año. Sus padres Luisa Sánchez Sorondo, abogada porteña de 43 años, y Francisco Bossa Dionisio, su marido portugués, viven en Buenos Aires.
La semana pasada, apenas se enteraron de que había sido elegido al trono de Pedro el cardenal argentino Jorge Bergoglio, lo primero que hicieron fue sacar un pasaje para viajar de inmediato a Roma, junto a sus dos hijos: Francisca, de cuatro años, y José María.
«No había vuelo directo, estaban todos llenos, tuvimos que dormir una noche en Madrid y llegamos el lunes a Roma», contó a LA NACION, llena de entusiasmo Luisa, mamá del bebe que ayer apareció en las tapas en diversos diarios del planeta.
«Era un programa chino; Francisca se sintió pésimo en el avión y no teníamos lugar donde quedarnos en Roma, pero conseguimos una casa para laicas consagradas que tiene el Colegio Padre Luis María Etcheverry Boneo», relató Luisa, que es sobrina de monseñor Marcelo Sánchez Sorondo, «canciller» de la Pontificia Academia de la Ciencias Sociales. «No podíamos no estar en la misa de asunción del papa argentino. Yo sabía que el Papa iba a besar a José María, porque era el día de San José. Estaba segura», agregó.
Fue así como anteayer, toda la familia se despertó a las 4.30 para conseguir un buen lugar en la Plaza San Pedro.
«Nos tomamos un colectivo y llegamos tempranísimo, a las 5.30. Yo no estaba al lado de las vallas y cuando el Papa pasó con el jeep por primera vez al lado mío, no pude alzar al bebe», contó. «Pero la segunda vez dije: «Ésta es la mía». Me paré arriba de un banco y se lo entregué a los que estaban en primera fila, que se lo pasaron a los de seguridad del Papa. José María, pobre, lloraba como loco porque estaba trastornado; lo había levantado a las 4 de la mañana.»
Para Luisa, que el Papa besara a José María fue como un regalo de Dios. «No podía creerlo, aunque en realidad yo sentía que iba a pasar, fue como un sueño… Después del enorme sacrificio económico hecho para llegar hasta Roma, fuimos recompensados», dijo.
El salto a la fama del bebe, sin embargo, también tiene detrás otra historia. Luisa contó que ella tenía contacto con el cardenal Bergoglio porque hace unos años le pidió que trabajara para impulsar la beatificación de María Antonia de Paz y Figueroa (1730-1799), conocida como «Mamá Antula», de quien desciende. María Antonia fue declarada «venerable» en julio de 2010 por Benedicto XVI, hoy papa emérito.
Cuando la Argentina aún era un virreinato, María Antonia, nacida en Silipica, Santiago del Estero, y educada por los jesuitas, se consagró a Dios, algo poco usual en esa época porque una mujer o se casaba o se hacía monja. Cuando llegó la orden del rey de España para que los jesuitas se fueran de América, ella sintió que todas sus enseñanzas se irían perdiendo. Por eso, decidió ir caminado a Buenos Aires, con todos los peligros que eso implicaba, sin caminos y con la amenaza permanente de los animales salvajes.
Y allí, tras ser tratada como una loca y después de un año de lucha y tras un hecho sin explicación, logró del virrey la autorización para predicar los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola. Con donaciones luego logró construir el edificio de la avenida Independencia y 9 de Julio conocido como la santa Casa de Ejercicios Espirituales, uno de los más antiguos conservados en Buenos Aires. Se calcula que a su muerte habían pasado por allí 70.000 personas.
Luisa habló de esto ayer con el Papa, a quien pudo ver en la audiencia que concedió a obispos, sacerdotes y laicos argentinos. «Francisco estuvo de nuevo con José María, que le chupó la cruz», contó, al destacar que el Papa se enteró sólo hoy que ese bebe que había besado anteayer, cuya foto dio la vuelta al mundo, era su hijo. «Usted besó ayer a un chico que es descendiente colateral de María Antonia, le dije al Papa.»
Luisa contó, además, que su hija Francisca, de cuatro años, le entregó al Santo Padre una carta muy importante. «Ahí le escribí que estoy segura de que la Madre Antonia esperaba un papa jesuita y argentino, como él, para ser beatificada y que estoy segura de que ella va a ser la primera santa argentina», reveló.
Luisa ya habló del tema con el cardenal Angelo Amato, presidente de la Congregación para las Causas de los Santos, y con el delegado episcopal para las Causas de los Santos y obispo de Cruz del Eje, monseñor Santiago Olivera. «Trabajar por esa causa va a ser mi aporte al país, porque quiero un país con valores», concluyó.
Fuente: La Nación
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