Meretrices denuncian que no se cumple con las becas y subsidios prometidos. Las trabajadoras sexuales que quedaron sin empleo tras el cierre de prostíbulos esperan la ayuda económica prometida por la Secretaría de Asistencia y Prevención de la Trata de Personas
Algunas deben limpiar hoteles y hospitales como parte de un curso de capacitación, pero no cobran nada por ello. En los próximos días se cumplirá un año de la entrada en vigencia de la Ley 10.060 de Trata de Personas y según informaron desde el Gobierno de Córdoba, a través de la Secretaría de Asistencia y Prevención de la Trata de Personas, se clausuraron más de 140 prostíbulos y whiskerías y se “rescató” a casi 400 mujeres.
La secretaria del área, María Amelia Chiófalo, informó en abril pasado que la administración de José Manuel de la Sota destinó 1.400.000 pesos para asistir a las víctimas, destacó la reinserción laboral, becas y ayudas para trabajadoras sexuales que contempla el programa provinical. Sin embargo, desde la Asociación de Mujeres Meretrices Argentina (Ammar) aseguran que en la práctica, la realidad es totalmente diferente. Eugenia Aravena, titular de la entidad, se quejó de las serias dificultades que tienen las mujeres para poder acceder un subsidio y dijo que casi ninguna logró cobrar aún. “Con el cierre de los prostíbulos muchas compañeras quedaron en la calle y la Provincia no las asistió como está diciendo. Ésta es una ley marketinera en la que usan a mujeres supuestamente rescatadas para demostrar que la política está funcionando y en realidad lo que hacen es jugar con las necesidades económicas de las mujeres”, dijo la referente del sector y luego aclaró: “Trabajo sexual no es lo mismo que trata”.
Este medio buscó testimonios de distintas mujeres (cuyos verdaderos nombres serán preservados a continuación) que intentan acceder a las becas o a subsidios, pero que desde hace meses esperan una respuesta por parte del Gobierno. Todas se quedaron sin trabajo hace un año luego de que la Provincia cerrara las whiskerías en las que ejercían la prostitución. Desde entonces, buscan alternativas para ganarse la vida y sostener a sus familias.
Laura tiene cinco hijos y figura en el listado del Gobierno como mujer “liberada” de la trata de personas. Sin embargo, cuenta que en realidad ella ejercía la prostitución en un prostíbulo cuando en un operativo fue “rescatada”. “Cuando cerraron el lugar donde yo trabajaba, me agarraron y me dijeron que me quede tranquila que me iban a dar un subsidio de tres mil pesos mensuales pero eso nunca pasó”, contó la mujer.
“Me anotaron en un curso de limpieza donde teníamos que hacer prácticas limpiando hoteles. Nosotras teníamos que llevarnos los guantes y un barbijo y ellos nos enseñaban cómo limpiar y tratar a la gente si nos preguntaban, por ejemplo, alguna dirección. Pero resulta que por eso no nos pagan nada, es más yo tenía que bancarme los cospeles”, relató Laura. Luego aclaró: “Yo no tengo drama de limpiar, pero resulta que eso es una práctica no un trabajo estable como me había prometido. Además, nunca cobré el subsidio y mientras tanto tengo cinco hijos que mantener.
Dejé todo porque me estaban tomando el pelo y me vine a Santa Fe a probar suerte. No puedo jugar a que limpio hoteles y hospitales, y mientras tanto no generar plata”. En ese sentido, Blanca Mendoza, también integrante de Ammar, comentó que son reiterados los reclamos de mujeres que llegan a la Asociación para contar que deben realizar prácticas de limpieza de tres horas dos veces a la semana y durante tres meses para poder obtener un certificado que avale la capacitación. “Es una violación de los derechos de las mujeres porque en nombre de la reinserción social juegan con sus necesidades y las obligan a hacer cosas que no quieren. Eso no es garantizar un trabajo como están diciendo. Esta ley es una mentira porque atenta contra las trabajadores sexuales y no persigue a los proxenetas”, dijo Mendoza.
Hasta ahora sólo promesas
Karina (nombre ficticio) es otra de las meretrices que, al cerrar el prostíbulo donde trabajaba, quedó sin empleo. La joven dijo que desde entonces atraviesa una situación de precariedad absoluta y que aún espera una respuesta a la gestión iniciada para obtener un subsidio por 6 meses de tres mil pesos hasta que, en teoría, la Provincia le encontrara un empleo.
“Hace un año quedé sin mi trabajo. Me anoté para recibir una ayuda económica, para eso presenté todo los papeles que me pidieron, me expuse a que asistentes sociales vinieran a mi casa a ver las condiciones en las que vivo y todavía sigo esperando. Una de las veces que fui a reclamar a Secretaría me respondieron que la prostitución no estaba prohibida y que si teníamos necesidades que saliéramos a trabajar a la calle que nadie nos iba a molestar”, explicó la mujer. “La excusa es que la plata todavía no llegó, pero lo cierto es que no conozco que ninguna haya accedido al subsidio”, dijo Karina.
En una situación similar se encuentra Celeste, una trabajadora sexual que decidió anotarse para las becas de estudio. “Me anoté para hacer un curso de mesoterapia que inicié en marzo pasado. Desde entonces, la Provincia nunca me pagó la cuota ni siquiera la inscripción en la institución porque dicen que todavía no giraron los fondos”.
Fuente: La Mañana
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