Río se prepara para una «fiesta de fe» por la llegada de Francisco. El primer pontífice latinoamericano regresa al continente para presidir la Jornada Mundial de la Juventud
El papa Francisco partió hoy desde Roma, camino a Brasil, rumbo a la Jornada Mundial de la Juventud 2013, en Río de Janeiro, en donde es esperado por miles de peregrinos de diversas partes del mundo
El avión en el que viaja el Pontífice, un Airbus A330, de la compañía italiana Alitalia, despegó del aeropuerto de Fiumicino a las 08.55 hora local (3.55 hora argentina) y tiene previsto aterrizar en el aeropuerto Galeao/Antonio Carlos Jobim de Río de Janerio a las 16.00 hora de Brasil.
En pleno comienzo del viaje el Papa escribió en su cuenta oficial de Twitter: » Llego a Río en unas horas y mi corazón está lleno de gozo porque dentro de poco estaré con ustedes para celebrar la XXVIII JMJ»
El primer ministro italiano, Enrico Letta, se despidió de sumo pontífice en la pista, consignó la agencia de noticias DPA.
El primer Papa latinoamericano de la historia no es brasileño, como se especuló antes del cónclave. No obstante, a 24 horas de la llegada de Francisco a ese país, a juzgar por la expectativa, parecieran no haber diferencias entre una nación y la otra.
Es que Río de Janeiro palpita, baila y espera de una forma inédita al Papa argentino, que llegará mañana para presidir la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). El evento, que reunirá a dos millones de jóvenes del mundo, marcará el regreso de Bergoglio a latinoamerica luego de haberse ido, con pasaje de vuelta, a elegir al sucesor de Pedro y terminar ungido como el «papa que llegó del fin del mundo».
La expectativa por esta «fiesta de fe» se percibe en las calles de la ciudad carioca, donde en cada cuadra de la avenida Atlántica puede verse un cartel con el logo de la JMJ y una frase en varios idiomas con valores cristianos: amor, esperanza, respeto, amistad, alegría.
Según informa desde el lugar la agencia DyN, en la playa de Copacabana los artistas esculpen en la arena imágenes del Papa y la leyenda en portugués: «Ben vindo, Francisco» e intentan sacar unos reales para «contribuir a la cultura».
«Magnífico, empecé bien la mañana», exclamó Bira tras recibir 5 reales (poco más de dos dólares) de tres adolescentes estadounidenses que posaron para una foto con la escultura de arena, agua y fijador del pontífice, que le demando tres días realizar.
Pese al movimiento que hay en la rambla, los cariocas siguen con sus actividades de domingo, corren por las calles, bailan y preparan los puestos de la playa para vender cocos y caipirinha tanto a locales como visitantes.
La pintura habitual de la ciudad se trastoca, sin embargo, con la gran presencia policial en las calles. Móviles policiales y agentes en bicicleta recorren la avenida. La seguridad es el tema por estas horas en Brasil. En la calle, los bares y la televisión no hablan de otra cosa, tras las protestas sociales de los últimos días.
Sin descapotable. Recién el viernes, y por sugerencia de las autoridades locales, el Vaticano decidió que durante su estadía el Papa recorrerá en un auto blindado los tramos largos y recién se subirá al jeep descapotado que trajo hasta aquí en distancias cortas.
Sin embargo, los organizadores intentan quitarle dramatismo a la cuestión. «La preocupación del Papa no es por la manifestaciones, porque demuestran que los jóvenes quieren ser protagonistas, sino por la violencia», dijo un sacerdote brasileño en un programa de la cadena local O’Globo.
En el Media Center, emplazado en el Forte de Copacabana, el trabajo es intenso y no dejan de llegar los colegas de la prensa internacional, más de 6.000 acreditados para este acontecimiento que, en la previa, se califica de «histórico».
«Ansiosos, después de tanto trabajo queremos que se vean los frutos de tanto esfuerzo y se viva días de una verdadera fiesta de fe», se sinceró Inés San Martín, la joven rosarina responsable de la prensa internacional durante la JMJ.
En tanto, la mayoría de los jóvenes peregrinos argentinos llegarán en micros mañana a Río, mientras los primeros en arribar participan de jornadas misioneras previas en parroquias, colegios católicos e instituciones religiosas de la periferia de la ciudad.
La organización del multitudinario evento está a cargo de Odilo Scherer, arzobispo de San Pablo. El entonces favorito para suceder a Benedicto XVI, preparó un megaoperativo de recibimiento a los visitantes.
Desde la terminal aérea se palpita la previa de la JMJ con voluntarios dando la bienvenida a los obispos que llegan, mientras otros orientan a los visitantes con carteles en la cabeza que dicen: «Los podemos ayudar: ¿Necesita información?».
Allí también un contingente de jóvenes anticipa el clima que se vivirá esta semana en Río con canciones cristianas y bailes.
Comentar post