Cristina percibe un «complot» opositor y pujas en las FF.AA. Dijo a sus allegados que las denuncias contra Milani son por el perfil político que cobró el jefe del Ejército; busca sacar el tema de la campaña al postergar el pliego, quitar el debate del escenario electoral, la presidenta Cristina Kirchner ensayó ayer una jugada de alto riesgo. Convencida de que el escándalo por la sospechosa participación de César Milani, su nuevo jefe del Ejército, durante la dictadura es consecuencia de un «complot» para perjudicarla, arriesgó y lo mantuvo en su cargo a pesar de las críticas.
Desde temprano en los despachos oficiales advertían que la Presidenta no le restaría su apoyo a Milani después del rechazo que manifestó a último momento el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) , que dirige el periodista Horacio Verbitsky.
Según se pudo saber la Presidenta sospecha de una interna dentro de las Fuerzas Armadas, molestas por el perfil político de Milani . Fuentes oficiales dijeron ayer que Cristina Kirchner cree que detrás de las denuncias se mezclan los servicios de inteligencia que no controla la Casa Rosada y de lo que se nutre, según esa versión oficial, la oposición política.
Con su decisión de postergar hasta fin de año el tratamiento del ascenso a teniente general de Milani, la Presidenta busca ganar tiempo y quitar de la campaña un debate incómodo. Cuando faltan menos de 20 días para las elecciones, además, los votos de los aliados del kirchnerismo se negocian uno por uno y el Gobierno corría riesgo de ver naufragar el debate para la aprobación en el recinto del Senado.
«Milani no necesitaba el ascenso. Se hizo para ordenar a todos, pero puede quedar igual al frente del Ejército», explicó un colaborador presidencial.
El plan original en Olivos era avanzar ayer mismo con el pliego de Milani. Pero el rechazo del CELS y la escasa garantía de votos en la Cámara alta dejarían el tema en el debate social en medio de la campaña. «La decisión buscó dar una salida al tema sin menguar la legitimidad presidencial para nombrar al jefe del Ejército», sostuvo una fuente oficial.
Quienes hablaron ayer con la Presidenta la vieron molesta por el traspié parlamentario. «Acá lo que se quiere es afectar la decisión de Cristina», insisten en Balcarce 50, y sostienen que la movida contra Milani, que ya pasó por otros debates de ascensos anteriores, tiene más que ver con una interna política. Culpan a sectores que responden al antecesor de Milani en la cúpula del Ejército, Luis Alberto Pozzi, y a la Armada, a la que el anterior ministro de Defensa, Arturo Puricelli, había dado más poder desde que reemplazó a Nilda Garré, aliada de Milani.
Cristina Kirchner se reunió con el jefe de bloque de los senadores oficialistas, Miguel Pichetto, y con el titular de la Comisión de Acuerdos, Marcelo Guinle, que hacia el mediodía habían pasado a un cuarto intermedio la reunión en la que pensaban sacar dictamen con el ascenso de Milani ante el sorpresivo rechazo del CELS.
Luego se emitió un comunicado en el que Pichetto anunció el cambio de planes. Esto fue redactado en la Casa Rosada, en una reunión de la que participó también el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini.
Desde temprano, los senadores oficialistas adelantaron la jugada. Tanto Pichetto como Aníbal Fernández defendieron a Milani apenas terminó la reunión de comisión. «No estamos dispuestos a aceptar que linchen o descuarticen a nadie como lo han intentado», planteó el ex jefe de Gabinete, y se permitió una humorada en contra de Verbitsky. «Si hubiese sido por el CELS, nosotros no estaríamos reconociendo al Papa como lo estamos haciendo», asestó, después de que el periodista cuestionara el pasado de Jorge Bergoglio.
Con su decisión, la Presidenta busca congelar el debate público hasta después de las elecciones. En su entorno sostienen que Milani no tuvo participación durante la dictadura y que por eso Cristina Kirchner le ordenó que diera su versión en los tribunales tanto de Tucumán como de La Rioja, donde están las sospechas. Según cuentan allegados presidenciales, la jefa del Estado cree que el testimonio de Ramón Olivera, ex preso político riojano y que denunció a Milani, es «sólo una versión» que no alcanza para inculparlo..
Fuente: La Nación
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