El volantazo kirchnerista en campaña tras la derrota en las PASO, el oficialismo debió repensar su política económica, comunicacional y de seguridad. Correcciones y contradicciones.
La abrupta caída del Frente para la Victoria en las PASO, que incluyó derrotas por márgenes impensados y caídas sorpresivas en algunas provincias, significó un cimbronazo que obligó al oficialismo a repensar sus estrategias de cara a octubre.
Si bien hizo autobombo de las victorias en la Antártida y la comunidad qom, el acto que encabezó la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner en Tecnópolis constituyó una bisagra dentro del kirchnerismo. Allí, Cristina se mostró abierta al diálogo y exigió en clave futbolera: “Quiero los titulares para discutir, no los suplentes que me ponen en las listas».
La primera reunión con “los dueños de la pelota” culminó con una definición que marcaría a futuro el viraje comunicacional del Gobierno luego de que la Presidenta admitiera que “no estamos en el paraíso”.
Vuelta a TN, temas tabúes y “mano a mano”. La inflación y la inseguridad son temas tabúes en el libreto de todo funcionario kirchnerista. No obstante, tras el tropezón de agosto, el candidato bonaerense del FpV Martín Insaurralde fue el primero en abandonar las respuestas elusivas y reconoció que “la inflación es mayor de lo que mide el INDEC” e incluso se animó a manifestar su rechazo a la ley antiterrorista.
A su vez, el canal Todo Noticias, tantas veces denostado desde Balcarce 50, se convirtió en un refugio de ocasión para que los funcionarios oficialistas penetren en audiencias que rehuyen del sistema de medios afín al Gobierno.
El retorno kirchnerista al canal de noticias del Grupo Clarín estuvo liderado por los candidatos Daniel Filmus, Martín Insaurralde y por el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray.
Otro giro llamativo en la táctica comunicacional del Gobierno alude a la repentina distancia que tomó del Papa Francisco. Hace semanas que ningún hombre del oficialismo menciona o cita alguna frase de Francisco, quien marcó el pulso de esta elección legislativa.
Bueno es recordar que en plena campaña por las PASO, el oficialismo –al ver los resultados adversos- realizó una jugada tan audaz como peligrosa y decidió meter al Papa Francisco en la contienda electoral a través de unos afiches publicitarios que retrataron al Sumo Pontífice junto a la Presidenta y al candidato kirchnerista.
Frente a la movida, la Iglesia permaneció en silencio, mientras que fue el vicegobernador bonaerense, Gabriel Mariotto, quien se pronunció en contra ya que “no ayuda en nada”.
En línea con estos cambios, la Presidenta le concedió al periodista Hernán Brienza una entrevista “mano a mano”, que fue transmitida en la TV Pública.
El bolsillo de los argentinos. Con el fin de seducir a la clase media, el kirchnerismo recogió iniciativas económicas de la oposición hechas a su medida y anunció significativas subas en el piso de aquellos trabajadores que tributan Ganancias y modificaciones en las escalas del monotributo.
A su vez, elevó un 78,5% los topes salariales para percibir asignaciones familiares. Según el titular de la ANSES, Diego Bossio, la medida implicará que “4.042.000 cobren el salario familiar, es decir, 850.000 chicos más».
¿Giro a la derecha? La inseguridad figura como una de las principales preocupaciones en todas las encuestas de opinión pública y es uno de los ejes de campaña de Segio Massa. El oficialismo parece haber tomado nota de ésto y anunció el Programa Federal de Colaboración y Asistencia para la Seguridad, que contempla destinar mayor presupuesto y coordinar políticas entre las fuerzas.
El relanzamiento del Operativo Centinela, que apunta a bajar los índices delictivos, fue otras de las medidas que consiste en desplegar 5 mil gendarmes en el territorio bonaerense. En tanto, las Fuerzas Armadas tomarán posición en las fronteras para realizar tareas de “vigilancia y control”.
Las sorpresivas designaciones en materia de seguridad merecen una mención especial ya que mientras el controvertido ascenso del General Milani al frente del Ejército abría un frente judicial y político, el gobierno redoblaba la apuesta con el nombramiento de Alejandro Marambio, también resistido por organismos de derechos humanos, al frente del Servicio Penitenciario Federal.
El siguiente paso fue el desdoblamiento del ministerio de Seguridad y Justicia en dos carteras, seguida de la inesperada designación del exintendente de Ezeiza, Alejandro Granados, al frente de la flamante cartera de Seguridad.
Granados, entonces al frente de la municipalidad, lanzó en el 2003 el programa “Tolerancia cero contra la delincuencia” cuando dispuso patrullas municipales con policías retirados. Un exabrupto que tuvo luego de repeler a los tiros el ataque de dos delincuentes que ingresaron a su casa fue la comidilla de todos los medios. «Ojalá les hubiera pagado. Lamentablemente tuve mala puntería», se lamentó.
Días atrás, las grietas en el oficialismo se pusieron en evidencia cuando Insaurralde propuso un poyecto para bajar la edad de imputabilidad de los menores.
La primera en salir al cruce fue la jefa del bloque de diputados K y candidata a renovar su banca, Juliana Di Tullio, quien aseguró que el grupo que conduce «no está discutiendo la baja de la imputabilidad». En sintonía, el candidato porteño del FpV Juan Cabandié y el ministro de Educación, Alberto Sileoni, opinaron contra el proyecto.
Mientras que el intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, respaldo al candidato bonaerense al afirmar que «está interpretando lo que la gente quiere”.
Como de costumbre, el gobernador Daniel Scioli hizo equilibrio entre ambos frentes y bajó el tono del debate al afirmar que “hay matices y coincidencias» dentro del partido sobre el tema.
Guiño a la CGT Balcarce. La creciente presión de las bases por el declive de ciertas variables económicas hizo que el grupo de ‘Los Gordos’, encolumnados en la CGT Balcarce, levantaran la voz contra el poder político ya que “no nos da bola a ninguno» y amenacen con romper la unidad.
El propio líder de la central oficialista, el metalúrgico Antonio Caló, meses atrás, pidió «una amplia convocatoria» a «todas las instituciones para superar la coyuntura”.
Ante ese cuadro de situación, el riesgo de que sindicalistas abandonen las filas del kirchnerismo buscando sellar alianzas con líderes de la oposición se presentaba como una posibilidad cierta. El primero en cruzar la línea y abrazar el proyecto massista fue el secretario general de Sanidad, Héctor Daer.
Frente a esta bomba de relojería, Cristina tomó las riendas y convocó a una mesa de diálogo con empresarios y sindicalistas. La Presidenta, en el marco de esta serie de reuniones, tachó asignaturas pendientes y le hizo un guiño a la CGT oficialista al aplicar subas en el mínimo no imponible, mejoras en el monotributo y prometer más fondos para las obras sociales gremiales.
Fuente: Perfil
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