El derechista Sebastián Piñera cumple su primer año como presidente de Chile con una desaprobación creciente y sin lograr una empatía con gran parte de la población, pese a que delineó un paquete de ambiciosas reformas sociales y asumió la reconstrucción tras un gran sismo, en medio de una sólida economía
Piñera, un multimillonario empresario que acabó con 20 años de hegemonía de gobiernos de centro izquierda, asumió 12 días después del terremoto de 8,8 grados que azotó a Chile el 27 de febrero de 2010, dejando más de 500 muertos y 30.000 millones de dólares en pérdidas.
«El primer año de Gobierno de Piñera ha sido definido por la emergencia que le tocó enfrentar y que lo llevó a cambiar sus prioridades», comentó a la AFP el analista de la Universidad de Chile, Ricardo Israel.
Pasada la emergencia inicial Piñera comenzó a poner en práctica su programa de Gobierno centrado en aumentar el crecimiento, frenar la delincuencia y crear un millón de empleos.
Para lograrlo les impuso a sus ministros una intensa disciplina e intensificó las salidas al terreno, siempre vestidos él y sus colaboradores con vistosas casacas de color rojo, convertidas en símbolo de su gobierno.
Pero transcurrido un año su estilo eficiente no ha logrado rendir frutos por la dinámica propia del sistema político en contraste a la agilidad del mundo privado, confrontándose a las altas expectativas que generó su asunción, según analistas.
«Chile avanza bien, pero a un año de llegar al poder la nueva tripulación ha tenido problemas y no satisface las expectativas», opinó el politólogo de la Universidad Diego Portales, Patricio Navia.
«Piñera prometió mucha más eficiencia, y ahí los resultados han sido menos auspiciosos. Ha cometido muchos errores no forzados y el propio presidente ha potenciado un estilo que claramente no es bien aceptado por la población», agregó.
Se refiere a un presidencialismo en que busca estar en todas partes, esforzándose por mostrar cercanía.
Esa faceta sin embargo le sirvió en octubre con el rescate de los 33 mineros de Atacama: allí Piñera estuvo omnipresente y el éxito de la operación lo cubrió de gloria, lo que le llevó a un récord de popularidad de 63%.
Pero pasado el ‘efecto minero’ y enfrascado en acusaciones de intervención en las elecciones del fútbol local -que derivó en la salida del popular DT Marcelo Bielsa-, su respaldo cayó 10 puntos, para mantenerse en torno al 40%, pero con una desaprobación creciente, que hoy llega al 49%.
«Ha habido un error fundamental en el sentido de buscar ser querido más que respetado por su efectividad. Creo que Piñera debiera concentrarse en las razones por las cuales la gente lo eligió, que no tienen que ver con la empatía, sino que fundamentalmente con sus virtudes de eficiencia», acotó Israel.
A Piñera le ha pasado factura también su demora en desprenderse de la propiedad de aerolínea Lan Chile, el club de fútbol Colo Colo y la televisora Chilevisión, como prometió concretar antes de asumir.
«La demora en vender sus acciones y otros actos del presidente han mermado su credibilidad y han hecho caer su aprobación», apuntó Navia.
Con todo, su Gobierno goza de un inmejorable momento económico alentado por el récord en el precio del cobre, del cual Chile es el primer productor mundial, y el crecimiento del comercio tras del terremoto, lo que llevó a la economía local a crecer en 2010 en un 5,2%.
Piñera se atrevió además ha impulsar ambiciosos proyectos sociales no considerados por los gobierno de centro izquierda que lo antecedieron, como la ampliación a seis meses del período de post natal y una modificación a la severa ley antiterrorista aplicada a indígenas mapuches en el marco de sus protestas por tierras.
En carpeta también figura eliminar una retención sobre el monto de la jubilación del 7% destinado a un fondo de salud, un antiguo anhelo de los sectores más pobres.
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