Comenzaron amplios operativos para recuperar lo robado. Los dispositivos se montaban en barrios de la zona sur y norte. Córdoba Capital retorna a su ritmo habitual.
Un joven asesinado y unos 200 heridos fue el saldo dramático de los saqueos. “Motochoros” y ladrones de a pie dejaron mil locales destruidos. Con la vuelta del CAP, la Capital regresaba a su rutina. Vecinos, sin embargo, dormían armados anoche por precaución.
Luego de 35 horas de caos – por el acuartelamiento policial– en Córdoba Capital, que dejaron un muerto, más de 200 heridos (baleados, apuñalados y golpeados) y cerca de mil comercios saqueados, la ciudad empezaba anoche a retornar a la normalidad.
Tras el acuerdo firmado por el gobernador José Manuel de la Sota, ayer a la mañana, con los representantes de los policías acuartelados, los uniformados volvieron a patrullar las calles en forma progresiva. Recién anoche, el trabajo del CAP ya era una realidad en varios puntos de la Capital. Los móviles patrullaban con sus balizas encendidas, custodiaban grandes centros comerciales y bancos, como así también en los puentes.
Sin embargo, varios vecinos se quejaban de que la Policía no entraba a los barrios. Se espera que hoy sea normal del todo. Al cierre de esta edición, no había reportes sobre nuevos saqueos a comercios ni robos a mansalva. Tampoco se oían tiros.
Sin embargo, el temor por nuevos incidentes y desbordes delictivos se patentizaban en aquellos vecinos y comerciantes que sufrieron en carne propia el ataque de hordas de “motochorros” que se encargaron de robar y destruir comercios, aprovechando la ausencia total de hombres de azul.
Mientras los móviles policiales comenzaban a hacerse ver ayer, cientos de vecinos salían a limpiar los vestigios de la locura de la noche y madrugada anterior. Por caso, vidrios, estantes y aberturas destruidas tras el paso de delincuentes (tantos hombres y mujeres); como así también las improvisadas barricadas que muchos frentistas desesperados montaron en avenidas y calles para frenar a los “motochorros”.
Fuentes policiales estimaron en unos 100 los detenidos. Cuatro fiscales se repartirán el trabajo investigativo, tanto por el crimen como por los daños.
Vecinos atrincherados
Pese a la lenta normalidad, muchos vecinos y comerciantes saqueados y otros que se salvaron permanecían anoche armados, y lo iban a hacer esta madrugada, atrincherados en sus negocios. “En esta cuadra, nos quedaremos a dormir en los negocios por temor a que vuelvan a robar. Si vuelven, hay balas para todos”, contaba la dueña de un comercio de barrio San Vicente. A pocos metros, aún humeaba una improvisada barricada montada por vecinos y dueños de negocios como ella. Metros más allá, también aún ardían los restos de una moto utilizada por un ladrón, cuya suerte se desconoce.
A pocas cuadras de allí, en un supermercado de Altamira, los vecinos no podían creer que además de saquear el local, los delincuentes habían robado un cajero electrónico.
El saldo trágico
Javier Alejandro Rodríguez (20) fue el joven ultimado de un balazo en el tórax en medio de incidentes que se registraban en Ciudad Evita. El caso es investigado por Homicidios y hasta anoche no estaban claras las circunstancias de su muerte.
Mientras algunos pesquisas sospechan que habría sido ultimado por un vecino que lo tomó como un “motochoro”, sus familiares declararon que el joven no era ningún ladrón y que “sólo miraba lo que pasaba”. Se sabe que fue baleado cuando unos vecinos querían saquear comercios en Ciudad Evita y sus dueños resistían a los tiros.
En el hospital de Urgencias, de los 200 heridos, sobresalía una decena de baleados y uno de ellos permanecía internado en estado delicado.
Normalidad
Bastaba ayer realizar una recorrida por las principales avenidas de la Capital para comprobar que la normalidad había vuelto a algunas zonas. Bares, pizzerías, heladerías, confiterías, estaban atestadas de clientes. En las plazas, horas antes, decenas de padres con sus hijos habían estado tomando aire para mitigar la calurosa tarde. Mientras, eran pocos los supermercados que se atrevían a abrir. Eso sí, los que lo hacían, tenían custodia policial. Los hipermercados y shoppings permanecieron cerrados. La madrugada avanzaba con cierta tranquilidad. En otros sectores, algunos jóvenes daban vueltas y vueltas con sus motos.
Había calma. Pero aún hay muchos con armas cargadas.
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