Un tipo de bacteria que causa un gran número de intoxicaciones por alimento contaminado, la salmonella, está ahora siendo utilizada como una herramienta para combatir varios tipos de cáncer.
los científicos de la Universidad de Minnesota, Estados Unidos, creen que este patógeno podría ser muy útil como tratamiento de tumores en órganos que rodean al intestino, como el colon y el recto, el hígado y el bazo, que son los lugares que ataca de forma natural la salmonella.
Tal como informan los investigadores, los ensayos en animales ya demostraron que la salmonella puede controlar de forma exitosa el crecimiento de los tumores.
Y ya se están llevando a cabo ensayos clínicos en seres humanos.
Según los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), unas 40.000 personas se intoxican cada año en ese país debido a alimentos contaminados con salmonella.
Y la cifra podría ser de hasta un millón, porque muchos casos nunca son reportados, dice el organismo.
Pero ahora el microbio está siendo utilizado con fines más beneficiosos.
«Muchas bacterias y virus -incluso los más peligrosos- pueden ser empleados para combatir enfermedades», explica el doctor Edward Greeno, quien dirigió el estudio.
«Creemos que podría ser posible usar a esta bacteria para combatir el cáncer».
Microbio «versátil»
Desde hace tiempo, los estudios han demostrado que algunos pacientes con cáncer en ocasiones mejoran después de quedar expuestos a una infección.
Y se sabe también que la salmonella, igual que otras bacterias que causan enfermedades, puede vivir en lugares donde escasea el oxígeno, incluso dentro de un tumor, y en muchos ambientes y temperaturas diversas.
Pero su objetivo principal, una vez que entra al organismo humano, es llegar hasta el estómago, intestino y otros órganos asociados, donde puede prosperar y multiplicarse.
Por eso, el doctor Greeno y su equipo querían encontrar una forma de utilizar esta capacidad de la bacteria para llegar al intestino, pero sin provocar una infección en el paciente.
Con esta meta, modificaron genéticamente un grupo de bacterias para debilitarlas (y que no causaran infección) y agregaron un compuesto, una proteína llamada interleucina 2 (IL-2), para que pudiesen detectar los tumores.
«Podríamos imaginar que la IL-2 es una especie de perro guardián que olfatea el organismo buscando amenazas o cuerpos extraños», explica el doctor Greeno.
«Cuando encuentra uno, como un tumor, llama al sistema inmune para que ataque».
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