Tras un nuevo show ofrecido en condiciones molestas, el independiente al que mejor le va entró en un cuello de botella.
Si es que realmente va en busca de la excelencia, tras un nuevo show con sonido volátil y condiciones molestas para el público, Indio Solari debería revisar su estrategia a la hora de ofrecer sus conciertos en vivo. Pero aun si tiene la voluntad para hacerlo, su convocatoria ascendente limitaría toda iniciativa. ¿Cómo hacer para disponer 180 mil personas cómodamente, sin que el sonido se desvirtúe por las condiciones meteorológicas?
Este es el interrogante que se impone para que la posibilidad de un nuevo concierto sea una opción disfrutable para todos. Porque, se supone, Indio no disfruta de la interpretación si sabe que su público la pasa mal abajo, al tiempo que el soberano se agota de tanto maltrato que, pese a ser involuntario, es maltrato al fin.
El hermetismo con el que se maneja todo en torno al exRedondos no da margen para imaginar lo que sucede en Luzbola, su bunker, en el día después. ¿Harán un arqueo de caja? ¿Pensarán en alternativas a este modelo de grandes puestas en páramos? ¿Evaluarán un retiro? ¿Pensarán cuestiones del tipo «si logramos exención impositiva, estamos obligados a una mejora productiva sustancial»?
Rehenes en Tandil (Buenos Aires), principio de congelamiento en San Martín (Mendoza), embarrados hasta las rodillas y húmedos en Gualeguaychú (Entre Ríos). Llegó la hora del goce sin contratiempos y gambetear definitivamente una cultura, la del aguante, que siempre está ahí de tutearse con lo trágico.
Fuente: La Voz
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