Alarmas comunitarias, la otra opción. Frente a la inseguridad, la mayoría apela a rejas, perros y alarmas individuales.
La Policía y los centros vecinales proponen un sistema “más económico y solidario”, pero todavía pocas personas se adhieren.
una de las zonas más vapuleadas de barrio Yapeyú, la que se extiende entre Bourges y la Costanera, la Policía y el centro vecinal acaban de inaugurar una red de alarmas comunitarias. Estas son sufragadas por los propietarios o inquilinos, cuestan alrededor de 160 pesos (por única vez) y consisten en una sonora bocina y un botón dentro de la casa.
Incluso se pueden colocar varios (en el comedor, baño, cocina, dormitorio), con una mínima variación en el costo. El ruido que producen es tan impactante, que se escucha desde lejos. Está comprobado que logra ahuyentar al merodeador o delincuente, siempre y cuando algún vecino haya detectado una situación anómala.
Esta provoca una reacción en cadena, por la cual el de al lado o enfrente llama a la Policía. En general, los usuarios reconocen que “el patrullero viene enseguida”. “Nadie mejor que el vecino conoce el movimiento de su cuadra, y puede reaccionar frente a un hecho de violencia o una presencia sospechosa”, sostiene el Comisario Javier Leonardi, actual director de Policía Comunitaria. Más entusiasmado que los comerciantes y otros moradores del sector, el oficial aseguró que, a la larga, estos tendidos barriales son beneficiosos “y contagiosos”. Y que “la sociedad civil tiene que recuperar la confianza en sí misma, y en la Policía”.
El sistema requiere de muchos vecinos que se conozcan entre sí. Este factor es imprescindible, aunque todavía difícil de captar. Sólo una veintena adhirió al primer tramo del flamante tendido en la barriada contigua a la avenida Patria. De no mediar un hecho puntual, una vez al mes hacen un simulacro.
Fuente: La Voz
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