Ésta es la segunda compra importante de crudo en el exterior en el año (la anterior había sido en enero). Todavía no están decididos los volúmenes ni la fecha, aunque será, a más tardar, en los próximos cuatro meses.
El país se ha convertido en un importador cada vez más frecuente de petróleo, algo que no ocurría desde hacía dos décadas. Lo mismo había sucedido mucho antes con el gas, que el Gobierno importa en volúmenes cada vez mayores desde hace 10 años.
Según publica hoy diario La Nación, la Secretaría de Energía -en los papeles está en la órbita del Ministerio de Planificación, que conduce Julio De Vido, pero en la práctica responde a su par de Economía, Axel Kicillof- convocó a principios de mes a las petroleras y les preguntó cuáles estaban interesadas en comprar un embarque del llamado petróleo Bonny Light, de Nigeria. El objetivo era reemplazar la menor producción de la cuenca neuquina. En total, la explotación local de crudo cayó 1,3% en los primeros siete meses del año, según cifras oficiales, en línea con una baja sostenida que comenzó a fines de los años 90.
Se trata de la segunda compra importante de crudo en el exterior en el año (la anterior había sido en enero). Todavía no están decididos los volúmenes ni la fecha, aunque será, a más tardar, en los próximos cuatro meses.
Según La Nación, la operación será en parte subsidiada, para que el costo del crudo importado se note menos en los precios de los combustibles, que ya aumentaron 60% en los últimos 12 meses, mucho más que la inflación.
El plan del Gobierno es que el crudo llegue a US$ 83 FOB por barril en Bahía Blanca. El producto, según estimaciones del mercado, costará entre US$ 83,5 y 84 el mes próximo. La diferencia se cubrirá con fondos públicos. Si bien importar conlleva un alto costo político, porque pone en evidencia problemas estructurales, la decisión se explica por la urgencia de la crisis energética.
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