Así lo afirmó el Instituto para el Desarrollo Social Argentino. De Vido había cuestionado a la CEPAL por referirse al tema.
Nuevos cruces se dieron por el desarrollo en infraestructura de la Argentina, ya que el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA) señaló que la inversión en ese ese sentido se encuentra “en la mitad de la década de los ’90” y advirtió que “no hay posibilidades de desarrollo si no se duplica” el aporte con ese objetivo.
En un comunicado, el IDESA indicó que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) estima que Argentina entre los años 1980 y 1989 “invirtió 2,9 por ciento del PBI en infraestructura”; entre los años 1990 y 1999 la inversión “subió al 5,7 por ciento del PBI” y entre 2004 y 2012 “volvió a ser de 2,9 por ciento del PBI”.
En las últimas se semanas, el ministro de Planificación, Julio De Vido, había salido al cruce del organismo latinoamericano, argumentando que se habían hecho avances en infraestructura. “Resulta muy llamativo que en un contexto de histórica bonanza internacional, que le permitió a la Argentina recibir más de US$ 500 mil de dólares en concepto de exportaciones, y con tasa de interés internacionales inéditamente bajas, la inversión en infraestructura entre los años 2004 y 2012 haya sido similar a la década del ’80 y apenas la mitad a la de la década del ’90”, destacó el centro de estudios en el documento.
En ese sentido, detalló que “las diferencias en los niveles de inversión se explican por el sector privado”. Y agregó: “La fuerte expansión de la década de los ’90 se produjo porque se pasó de una situación en la que el Estado tenía el monopolio absoluto a otra donde el factor dinamizador fue la inversión privada”.
El instituto afirmó que “la insuficiente inversión en infraestructura cercena las posibilidades de desarrollo económico y progreso social” y destacó que “el problema no se origina en la falta de recursos sino en la priorización de gastos corrientes”.
Mientras tanto, analizó: “La inversión en infraestructura tiene una importancia central en el desarrollo económico y social. Por un lado, incide decisivamente en las posibilidades de expandir la producción (trenes de carga, hidrovías y puertos, energía, telecomunicaciones. Por el otro, determina de manera directa la calidad de vida de la población (autopistas, agua potable, cloacas)”.
Asimismo, advierte que “esta regresión está asociada a que en la mentalidad oficial el sector privado no debe invertir en infraestructura. La realidad es que la exclusión del sector privado a lo largo de estos años no fue sustituida con inversión pública”. Finalmente, en el texto apuntó que “no hay posibilidades de desarrollo si no se duplica la inversión en infraestructura”.
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