El ministro de Agricultura ratificó este martes el objetivo de «incrementar la participación del sector cooperativo en el comercio agropecuario, que hoy se ubica en el 22 por ciento del conjunto de productos y debería llegar al menos a un tercio».
Domínguez instó además a la dirigencia cooperativa del agro «a ser actores de este tiempo de cambios, porque si no lo va a ser el sector privado y el beneficio va a quedar en manos de unos pocos», al inaugurar en el porteño Parque Norte el VI Congreso Federal de Economía Solidaria.
El ministro reiteró las metas del Plan Estratégico Agroalimentario y confió en las buenas perspectivas del sector, a la vez que consideró que los productores, en particular pequeños y medianos, serán fortalecidos a través de distintos mecanismos estatales.
«La década del 90 estuvo signada por un claro proceso de desaparición de cooperativas, ya que la ola privatizadora amenazaba con ponerse puesto a todo el movimiento», añadió.
«En un proyecto neoliberal las cooperativas son un problema, todo lo contrario de lo que ocurre en un proceso de expansión de derechos y de mayor participación del pueblo en las decisiones públicas», afirmó el titular de Agricultura.
Sostuvo luego que el movimiento cooperativo «es un aliado social estratégico en la sociedad civil, porque el Estado por sí solo no puede realizar los cambios».
Domínguez demandó en ese sentido «repensar una nueva alianza social y económica estratégica» entre el Estado y las cooperativas del sector agropecuario.
El encuentro se desarrolla junto al Primer Congreso de Asociativismo PyME, con la participación de dos millares de productores de todo el país, y se extenderá hasta el sábado próximo.
El titular de Agricultura precisó que existen 120.000 productores en cooperativas y destacó que esas entidades facturan unos 7.500 millones de pesos anuales y emplean en forma permanente o transitoria a 300.000 trabajadores.
Cuestionó, sobre esa base, a quienes buscan «desprestigiar al sector» y remarcó que las cooperativas constituyen manera destacada de «construir un capital social nacional».
«Una cooperativa reinvierte sus resultados o le devuelve los beneficios a sus asociados, mientras cuando una multinacional cierra su ejercicio, los dividendos van a la casa matriz», explicó Domínguez.
Resaltó luego que «las inversiones más importantes en el sector agropecuario para la próxima década son impulsadas por las propias cooperativas, con lo cual la plata queda y se multiplica en la Argentina».
El ministro marcó luego distancias con una parte de la dirigencia del cooperativismo agropecuario, al señalar que las entidades solidarias «tienen la obligación ética y moral de tener propósitos absolutamente diferentes de otras entidades gremiales, por su carácter social».
«Los dirigentes del cooperativismo agrario «están compelidos a pensar desde otro lugar, ya que son un espacio mucho más amplio que los intereses de las organizaciones privadas», definió Domínguez.
Insistió por último en que los dirigentes cooperativos «tienen que tener la cabeza abierta, no entregarse a ideas que no les son propias y luchar por la construcción de un proyecto de país donde los principales beneficiados son los propios productores».
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